Tras varios años de investigación por científicos de las universidades de Carleton, Michigan y Colorado, se afirma por fin que, los sonidos de la naturaleza, pueden ayudar a mejorar la salud.
Al parecer, además de que estos sonidos minimizan el estrés y tienen un indudable y positivo efecto psicológico, también disminuyen la sensación de dolor en personas con patologías físicas.
Además, se ha podido también confirmar que, la naturaleza, tiene un efecto en el rendimiento cognitivo; es decir, permite un ambiente donde las personas se desenvuelven mejor y potencian sus capacidades.
Por ejemplo, se ha deducido que, los sonidos de agua, despiertan sentimientos positivos y son muy útiles para combatir la depresión. La lluvia por su parte parece tener un efecto sedante, mientras que los sonidos de aves minimizan la ansiedad y la molestia en ciertas zonas de nuestro cuerpo.
Tras el descubrimiento, algunos especialistas están adelantando que esta podría ser una muy prometedora terapia para enfermedades como el Alzheimer, donde los sonidos de la naturaleza podrían jugar un papel decisivo.
Se está planteando ya crear caminatas sonoras como actividad habitual, o usar amplificadores en entornos rurales, entre otros.