Por Jesús Eloy Gutiérrez.- El título de este artículo es parte de la oración de la paz difundida por la Gran Fraternidad Universal, una organización reconocida por la Organización de las Naciones Unidas y una de cuyas metas es precisamente promover la paz entre los seres humanos.
Como decía el humanista y filósofo español Juan Vives: “la primera condición para la paz es la voluntad de lograrla”. Si revisamos la historia de la humanidad el deseo de paz es un anhelo tan antiguo como la humanidad misma. La paz es una y única. Cuando consultamos el Diccionario de la Real Academia Española, nos damos cuenta que nos brinda un abanico de posibilidades para entender su significado.
El termino paz viene del latín pax, pacis. Su acción va desde la correspondencia individual como a nivel colectivo. La primera definición teórica plantea que es una «situación y relación mutua de quienes no están en guerra». La segunda se refiere a la tranquilidad pública.
Las últimas acepciones son bien interesantes. Una se refiere a la «virtud que pone en el ánimo tranquilidad y sosiego, opuestos a la turbación y las pasiones», mientras que la otra, remite al «genio pacífico, sosegado y apacible».
Otra referencia fundamental, determinada por nuestra cultura, es la Biblia. En la misma, concretamente en el Génesis (29,6) se escribe: “La paz esté contigo o con vosotros”, incluso en el Antiguo Testamento cuando se usa la expresión en hebreo «shalom», se alude al bienestar tanto material como espiritual: la paz.
Estas dos y breves referencias sobre la paz son ya determinantes para tomar en consideración lo que significa la paz para el ser humano, tanto en su desenvolvimiento individual como en su accionar social.
No es un tema baladí, si somos conscientes que la historia de la humanidad es básicamente una historia de guerras tras guerra. Casi todas las tradiciones religiosas o espirituales han considerado la importancia de la paz. Confucio, por ejemplo, comentaba que si no estamos en paz con nosotros mismos, no podemos guiar a otros en la búsqueda de la paz.
A pesar de todo el desarrollo material y tecnológico, todavía los millones de seres humanos que habitamos en el planeta no hemos podido conseguir las herramientas para fomentar una paz permanente. ¿Y dónde estará la traba para lograr ese objetivo?
Responder está cuestión no es tarea fácil. Recientemente la comunidad internacional, a través de las Naciones Unidas, propuso como uno de los objetivos de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible: promover la paz y la justicia. No es tarea fácil alcanzar en una década lo que no se ha conseguido en siglos. Pero nunca es tarde para comenzar.
Hoy te voy a hablar de una herramienta que puede contribuir poderosamente a lograr ese objetivo: el yoga, la disciplina psicofísica y espiritual más practicada en todo el planeta, con más de 500 millones adeptos.
Ha sido reconocida por la UNESCO como patrimonio inmaterial de la Humanidad (2014) y por la Organización de las Naciones Unidas (2015) como la contribución de la India al mundo en la lucha contra el cambio climático y la salud de los habitantes del planeta.
Y es que el yoga proporciona una serie de herramientas y técnicas para apaciguar la mente, mantener un perfecto estado de salud y conservar relaciones de empatía con los demás.
Sinceramente creo, que para lograr ese magno objetivo de la paz mundial tenemos que comenzar a realizar un trabajo individual. Cada ser humano debe comprometerse a llevar una vida en paz, primero consigo mismo, luego con su familia, con sus vecinos, compañeros de trabajo o de estudios. En esa medida, de que todos seamos conscientes que somos parte de un todo; llámalo, país, nación, continente o planeta, nuestras vidas cambiará. Lo que nos sucede individualmente afecta al conjunto. Al ser conscientes de eso, seremos más capaces buscar mayores momentos de armonía y equilibrio en nuestras vidas.
Avanzar en el desarrollo de la justicia y las instituciones sólidas es la consecuencia natural de procurar seres humanos más pacíficos, solidarios, tolerantes, compasivos y empáticos. La filosofía del yoga nos enseña que la meta primordial ser humano es hacerse consciente de su alma inmortal, el único camino para obtener una paz permanente.
La práctica del yoga, en su sentido amplio, no solo los ejercicios físicos, te conduce gradualmente a ese a camino. Sin violencia, a tu propio ritmo. Y algo importante: es gratis. Solo necesitas de tu cuerpo y la voluntad de cambiar. De esa forma, cómo reza la oración, la paz del individuo será la paz del mundo.