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La soledad

Por Mayte Naranjo.- Me gustaría hablar de una situación que afecta a millones de personas a través de la Tierra.

Vivimos en una sociedad con un ritmo imparable que nos mantiene constantemente distraídos con estímulos sensoriales, tareas, deberes y todo tipo de distracciones.

En muchos círculos espirituales nos repiten que debemos aprender a estar solos, a disfrutar de nuestra compañía y no depender emocionalmente de los demás.

Al mismo tiempo escuchamos el mensaje constante de que todos somos UNO, que no hay separación y que nunca estamos realmente solos.

¿Cómo se compaginan ambas ideas en una relación saludable con uno mismo?

En mi experiencia, me eduqué en una sociedad mediterránea dónde se pone mucho hincapié en las relaciones interpersonales. En esta cultura se ve la soledad como algo negativo. Si estás solo es porque la sociedad te rechaza y los demás no quieren estar contigo. Es una sociedad mucho más gregaria y una de las razones es que se comparte mucho tiempo en lugares públicos. El clima hace que se viva más de puertas afuera.

Después me mudé a un país nórdico dónde el énfasis en el la soledad y la independencia. De hecho en inglés hay dos palabras para soledad. Loneliness (sentirse solo) and being alone (estar sin compañía). En esta cultura se vive mucho de puertas para adentro y se premia socialmente a aquellas personas que saben disfrutar de su propia compañía y que son independientes, no piden ayuda y saben defender sus límites personales. De hecho, el espacio personal es algo sagrado. Cuando alguien cruza tu espacio personal, lo sientes y lo rectificas.

No voy a entrar en los pros y contras de ambos paradigmas. Son programas sociales que cumplen diferente funciones.

Lo que sí me gustaría tratar es las consecuencias que los extremos tienen en la psique humana. Los seres humanos son seres sociales, aprendemos de nuestras relaciones y de las emociones generadas por nuestras interacciones con otros. Cuando vivimos en una sociedad que limita el tiempo y la calidad de las relaciones humanas, las personas desarrollan mecanismo de afrontamiento. Estos mecanismos incluyen el individualismo, la falta de estrategias de negociación y resolución de conflictos, la soledad existencial (cuando pensamos que nadie nos ama) y podemos convertirnos en seres que no se abren al amor por miedo a perder la independencia y la libertad.

La sociedad del consumismo potencia el individualismo, el egoísmo, el egocentrismo y la soledad. Las relaciones interpersonales sufren como consecuencia porque estamos tan centrados en nuestros sentimientos y emociones, defendiendo nuestra libertad que olvidamos los sentimientos del otro.

Lo que vemos en los demás es en realidad una proyección de nuestras sombras. Así que cuando ignoramos los sentimientos ajenos, en realidad estamos ignorándonos a nosotros mismos. No queremos ver lo que no nos gusta, cuidar de los demás, negociar y llegar a un compromiso. Quizá porque los seres humanos estamos fragmentados. Cuando alcanzamos ese sentimiento de unidad, de respeto a uno mismo y a los demás llegamos a una relación sana con la soledad. La soledad física es necesaria para crecer, meditar, reflexionar, cuidarnos y amarnos. Lo importante es conseguir ese sentimiento de conexión universal que hace que nunca nos sintamos solos.

Mayte Naranjo

www.gaiaterapias.es

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