Por Mª Laura Martínez Ramírez.- ¿Cuántos de nosotros hemos buscado la Verdad, la auténtica, para poder aferrarse a ella y seguirla con seguridad? Nos hemos perdido acabando exhaustos en cualquier recodo del camino, sintiendo un, ¡imposible encontrarla! Hay demasiadas verdades, demasiadas, teorías, demasiada información, y cada vez habrá más y más, porque cada uno puede publicar en las redes aquello en lo que cree y este acceso es cada vez mayor.
¿Qué hacer entonces?
Ahí mismo, desde donde nos encontramos ahora, sentados a ese lado del camino donde nos hemos parado a descansar y a reflexionar por dónde ir ahora, decidimos mirar hacia lo lejos. Vamos a imaginar que nos encontramos en una montaña, cuando empezamos a subir, salimos de nuestro pueblo y seguimos el camino que lo atravesaba, eso era cierto, real, verdad para nosotros. Representarían las primeras enseñanzas de nuestros ancestros, de nuestra comunidad, al salir y empezar a ascender.
Vimos, que cerca de nuestro pueblo había otro con varios caminos más entre ellos, sin dejar de ser verdad lo anterior, también lo era esto. Cuando subimos todavía más, descubrimos el río más allá estos pueblos y que desde esa distancia se aprecia claramente el puente por donde se puede atravesar mejor, todo esto antes no lo sabía, pero ahora que lo veo también es verdad, tanto como lo anterior.
Comprendemos incluso, al mirar desde esta altura, que hemos estado andando en círculos o en direcciones equivocadas muchas veces, descubrimos que existían otras posibilidades, vemos como la gente empieza su camino desde distintos sitios y por eso ha de seguir distintos caminos, pero siempre desde donde está, así aprendemos a respetar más y más a los demás.
Ahora que ya he descansado y he mirado hacia el horizonte, puedo seguir, sabiendo que todo lo que veo es verdad, pero más arriba descubriré nuevas verdades.
Con esto quiero decir que la verdad nos hará libres, pero no es una única y suprema verdad, es seguir la nuestra lo que nos hará libres.
El reconocimiento y la aceptación de donde estás, de lo que sabes, de lo que eres capaz de ver y comprender, actuando en coherencia con ello, y seguir confiado, sabiendo que esta no será la última, manteniéndote en la modestia de reconocer que aunque has de ser coherente ahora, mañana puede que cambies de opinión, y no hay que defenderla y no enmendarla dejándote llevar por la soberbia, sino abrirse al cambio una y otra vez, soltar lo que te ha mantenido hasta ahora como certero, confiar en que se te irá mostrando conforme avances, y seguir andando confiado en la transformación, mientras, disfrutar desde la inocencia de todo aquello que a ti te divierte.
¿Hasta qué punto, por lealtad a nuestros familiares o cultura dejamos de ser coherentes con nosotros mismos, con nuestra percepción de la realidad? Pretendemos con eso bajar a lo conocido, cuando ya no puede ser, porque ya hemos visto y aunque volvamos e intentemos engañarnos, no podremos. Mejor mirarlos a ellos y ver por ejemplo que el perdón ya ni es necesario, porque comprendemos que actuaron desde el ideal de realidad que tenían, fueron leales a ellos mismos y en la mayoría de los casos lo hicieron desde el amor que su verdad les permitía.
A veces no es fácil actuar desde nuestra convicción, porque hay que convivir con las leyes de la mayoría, etc. Entonces, al menos no nos engañemos e internamente mantengámonos leales a nosotros mismos.
Lo que para unos puedes ser verdad, para otros no, y está bien, no es que uno esté equivocado, desde donde está mirando, desde su paradigma de la realidad eso es así, pero puede que no para ti, porque has ascendido por otro sitio o porque eso en algún recodo ya lo apreciaste y lo superaste después.
Así, dejamos de hacernos responsables de las personas, no podemos fabricarles un ascensor, solo si están muy cerca pueden realmente oírnos. Igualmente si miras arriba y ves a alguien, confía en que tú también lo lograrás. La manera, siguiendo tu propósito de vida, que es tu camino, siendo tú mismo, sabiendo que ningún alma se pone a experimentar algo para lo que no tiene herramientas, para unos puede ser más empinado, porque pueden ascender casi en vertical, pero será más penoso, para otros más largo y con menos pendiente, pero no te infravalores nunca y ocupa el lugar donde te encuentras, porque si no hubieras podido llegar no estarías ahí.
Por eso cada cual ha de seguir su verdad, esa es ahora la verdad suprema para él, sabiendo que no será la definitiva, pero ahí está y desde ahí desde esa piedra en la que ahora descansa ha de retomar la andadura. No esperemos al maestro en forma de internet, revistas, libros, gurús o sacerdotes. Cada vez la información será mayor, es más fácil perderse ahora, porque hay multitud de ideas en el aire, de información.
Lo que toca ahora a esta altura del camino, es revisar todo aquello que nos llega y pasarlo por nuestro corazón, para ver si resuena con nuestra verdad.
No es tan difícil, solo hace falta un poco de práctica en reconocer lo más sutil, (porque así es como él nos habla) y nuestro cuerpo nos lo dice.
Hay una sensación negativa, que se traduce como rechazo, es ganas de irse, de ahí, es una emoción de miedo, de preocupación, esas son las señales del camino, que nos están diciendo por ahí no, mejor dicho tú por ahí no, puede que sea bueno para otros. Tomar comida macrobiótica, o meditar cuatro horas al día, o renunciar a determinados placeres, pero no tiene que ser igual para todos, puede que lo sientas más adelante como verdad y entonces ya estás preparado para hacerlo a conciencia, o puede que no lo necesites porque lo que tú lo superaste por otro sitio y se te hace innecesario ese puente.
Habrá otros muchos momentos que sientas un sí, te lo está diciendo eso que no se te va de la cabeza, indicándote machaconamente, intuitivamente que es por ahí, esa sensación de paz, de no quererte mover de ese lugar, de gozo, incluso pensamientos de que ese asunto requerirá toda tu voluntad, todo tu valor, pero pasándolo te liberarás de una carga y te sentirás mejor.
Sí, poco a poco iremos ascendiendo por nuestras verdades, siendo congruentes (no hacerlo acarrea mucho sufrimiento y enfermedad), de este modo poco a poco iremos sintiéndonos más liberados que antes, porque cada vez hay menos dudas, ya que en la cima todos los caminos confluyen. Es allí, donde podremos por fin, ver todo el panorama a nuestro alrededor, y solo entonces ser verdaderamente libres.