Por Laura Dissa.- Empezar un año trae consigo mismo mucha incertidumbre, este inicio de año 2021, tuve la oportunidad de vivir una situación que me impacto en todo el sentido de la palabra, mi ser padeció de dos enfermedades complejas, dolorosas, que te hacen sentirte aislado y sobre todo desconectado; Presenté un diagnóstico asociado con COVID-19 y Dengue; el COVID -19, te aísla de quienes ama, se sufre por el dolor propio de los síntomas, pero duele mucho más no poder acercarte a quienes ama con todo tu ser; el Dengue es una enfermedad viral transmitida por los mosquitos y de prevalencia en las áreas tropicales y subtropicales, algunos de los síntomas son fiebre alta, sarpullido y dolor en los músculos y las articulaciones, en algunos casos severo puede generar hemorragia profusa y un shock, que pueden llevar a la muerte.
Según la organización mundial de la salud, el número de caso de dengue en las Américas se ha incrementado en las últimas cuatro décadas, en tanto pasó de 1.5 millones de casos acumulados en la década del 80, a 16.2 millones en la década del 2010-2019, en 2013, un año epidémico para la región, se registraron por primera vez más de 2 millones de casos, y una incidencia de 430.8 cada 100 mil habitantes. Se registraron también 37.692 casos de dengue grave y 1.280 muertes en el continente. En 2019 se registraron un poco más de 3.1 millones de casos, 28 mil graves y, 1.534 muerte, vaya que datos tan reveladores.
Una noche de mi cuadro clínico, experimenté que literalmente me quedaba sin aliento, no había resistencia, no había fuerza, ni aceleración, lo único que me quedaba era el respirar y el soplo de la vida, presenté un cuadro de hipotensión arterial grave (Presión arterial baja, que puede causar desmayos o mareos debido a que el cerebro no recibe suficiente sangre), literalmente sentía que me moría, gracias a la vida conté con la presencia de mi compañero de viaje, esos seres que están justo cuando los necesitas, al igual que los ángeles espirituales que hacen de nuestras vida una oportunidad de amar, gracias a la sincronía única del momento y a la reacción de ese caminante del destino, pude tener acceso a una bebida ( jugo de naranja) que permitió que mi cuerpo retornará lentamente con el frio que caracteriza el cambio de vibración, logré sentir nuevamente mi cuerpo y la densidad de lo que eso representa, el frio era incalculable y el dolor en el cuerpo fue inigualable, al otro día me trasladaron al hospital y empecé un proceso acompañado de analgésicos, a la par empecé a escribir como un acto de amor y sanación y esto fue algunas de las cosas que hoy puedo contar que escribí
Yo necesito vivir…
Para poder ver en los otros tu presencia
Para danzar de manera sincrónica con la naturaleza
Para vencer a mis miedos
Para poder contar mi historia y conocer la historia de los demás
Para sonreír, llorar y agradecer
Para crecer en amor y gozo
Para coquetearle a la vida
Para comprometerme con mis proyectos, sueños y propósito
Para ver crecer a mis hijos, tus hijos nuestros hijos
Para conocer nuevos paradigmas
Para entender mi sistema familiar, perdonar y respetar
Para gozarme el vivir en amor
Para entender que los demás me importan
Para sentir al otro
Para hablar con mis vecinos
Para despedir al que desencarna
Para disfrutar de los regalos naturales
Para conectarme con la naturaleza
Yo necesito vivir para amar y ser un reflejo de la grandeza de tu amor…
Dame la oportunidad de vivir para ser esto y muchas cosas más…
Hoy puedo decir gracias, por darme cuenta de estas razones y otras por las cuales yo necesito vivir.
Ahora te toca a ti, ¿Tu porque necesitas vivir