En primer lugar, cabe destacar que somos la única especie del planeta que consume lácteos en edad adulta.
La leche, sea del animal que sea, está perfectamente diseñada por la naturaleza, para aportar nutrientes durante la primera fase del crecimiento. Tras eso, resulta totalmente innecesaria.
Además de esto y, para más inri, los humanos consumimos leche de otras especies animales que, obviamente, no está diseñada para nosotros y, debido a esto, genera alteraciones en nuestra salud.
Los más comunes son hinchazón abdominal, dolores de estómago y migrañas o jaquecas.
Médicos y científicos de todo el mundo, previenen sobre estos efectos secundarios y aseguran, además, que el consumo de leche en la adultez está también relacionado con patologías como el acné, el asma, las alergias, la artritis y el cáncer.
Tras varios estudios, se ha observado que, tras disminuir o erradicar el consumo de leche, los seres humanos presentan respuestas como la mejora de la calidad de la piel, mayor energía y vitalidad, desaparición de la inflamación del vientre e incluso desaparición de los dolores de cabeza.