Alrededor de 50.000 millones de aves han abandonado año a año su zona habitual de reproducción y han emigrado a lugares más cálidos. El motivo no es el frío invernal, sino la gran escasez de comida. En Europa Central y del Norte, gran parte de las aves autóctonas han emprendido su migración hacia el norte de África en busca de los insectos y otras fuentes de alimento que son incapaces de encontrar allí.
No se trata de unas plácidas vacaciones bajo el templado sol africano, sino de una lucha con las aves locales con las que comparten la comida. El retorno en primavera supone un enorme desgaste para las aves, vale la pena regresar a sus lugares de cría por el mero hecho de que allí la competencia por la alimentación es menos exigente: los días son más largos, los insectos más abundantes y las posibilidades de supervivencia mucho mayores.
En cuanto al cambio climático está revolucionándolo todo y para muchas especies la nueva tendencia es muy distinta. Cada vez son más las aves que optan por permanecer en sus territorios aun a riesgo de no sobrevivir. El premio merece la pena: ser las primeras en ocupar los territorios de reproducción. Debido al cambio climático se ha suavizado las temperaturas haciendo soportable su estancia por la presencia suficiente de insectos. Además, como consecuencia de esta subida general de temperaturas, las aves que siguen migrando han cambiado sus cartas de vuelo, eligiendo ahora viajes muchos más cortos.