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Las Claves de la Automaestría

Por Verónica Sánchez de Darivas.- La autorregulación, dentro del espacio del bienestar, es en realidad autorregulación emocional. Es decir, la capacidad de gestionar nuestras emociones en el día a día. Durante el día, experimentamos una variedad de emociones diferentes, desde la alegría, el amor y la paz hasta la ira, la frustración y la ansiedad, y la forma en que respondemos a los eventos determinará nuestro estado de ánimo. El punto importante aquí es que tenemos una opción, siempre tenemos una opción: podemos elegir dar rienda suelta a las emociones negativas y quedarnos en ellas, o podemos elegir reconocer estas emociones, encontrar una solución y seguir adelante.
En mi opinión, el libre albedrío es la facultad de elegir lo que más nos conviene. Ahora bien, aquí es cuando podemos empezar a hablar de automaestría, porque hay una ligera diferencia entre autorregulación y automaestría.

¿Qué es la automaestría?

Según el Diccionario Merriam-Webster, la automaestría es la capacidad de controlar los propios deseos o impulsos. Sin embargo, cuando hablamos de conciencia, el significado de automaestría se vuelve un poco más amplio, porque también significa tener la capacidad de actuar en ciertas situaciones desafiantes de manera controlada, pacífica y armónica. Existen muchas técnicas para ayudarnos con este proceso, ya que realmente es un proceso. La automaestría no es algo con lo que se nace, es una cualidad que adquieres a lo largo del viaje de tu vida, y muchos de nosotros nunca la logramos por completo.

El primer paso para la automaestría es reconocer que existe tal cosa. Las personas en general son bastante buenas para controlarse, autorregularse, pero cuando se trata de emociones básicas como la ira, por ejemplo, solo unos pocos pueden decir que, independientemente de la situación en la que se encuentren, son capaces de mantener la calma y la compostura. Por lo tanto, primero necesitamos incorporar a nuestro vocabulario la palabra automaestría, y comprender y “experienciar” su significado.

El segundo paso es practicar la autorregulación para acercarnos a la automaestría, lo que no es tarea fácil. ¿Cómo hacemos esto?

Hay algunos pasos que podemos seguir, por ejemplo:
-respirar profundamente cuando nos enfrentamos a una situación difícil
-contar hasta 10 para calmarnos
-salir a tomar aire fresco
-cerrar los ojos por un rato
-sentir el latido del corazón y tratar de controlarlo, etc.

Ahora, ciertamente podemos ejecutar todas estas acciones fáciles y no ver resultados, o tal vez podamos encontrar una o dos que funcionen, pero no todo el tiempo. En estos casos, sigue intentándolo hasta que encuentres lo mejor para ti.

El tercer paso es cuando la consciencia entra en juego. Cuando digo “consciencia” me refiero a esa consciencia interna de ser más que carne, ser parte de algo más grande, donde somos uno y únicos, donde hay paz y hay libertad. Como seres conscientes sabemos que nuestro yo interior juega un papel en nuestro bienestar, y si somos capaces de ir a ese lugar interno, entonces podemos recibir los beneficios de entender que todo viene de adentro y que estamos a cargo de nosotros mismos, de nuestra vida.

Varias herramientas nos dan el poder de la automaestría. La práctica regular de la meditación o de cualquier otra técnica que despierte y eleve nuestra conciencia hará más magistral nuestra vida en este campo físico. La idea y la intención es convertirse en pequeños budas, manteniendo la calma y la compostura frente a la adversidad, y también en los momentos felices.

Es necesario encontrar nuestra propia forma única de conectarnos con la Fuente, a la que puedes llamar Espíritu, el Gran Arquitecto, Arquetipo Uno, Origen, Dios o como prefieras, lo realmente importante es que cuando estamos conectados a esos reinos de conciencia experimentamos una profunda paz interior y armonía y nos convertimos en co-creadores, junto con la Fuente. Entonces al sintonizar con los campos de perfección y de creación superior, podemos vivenciar el ser parte de ese todo, del Uno y desde ese estado elevado seremos capaces de alcanzar un alto nivel de automaestría en nuestras emociones.

Pues bien, recapitulemos, de tal manera de poner en práctica aquello que nos haga maestros de nuestras creaciones:
-Reconoce que la automaestría no es solo un concepto, es una forma de ser.
-Practica técnicas de autorregulación, que te acerquen a la automaestría.
-Ten la consciencia de ser más que un cuerpo, y que todo viene de adentro.
-Encuentra la manera de conectarte con la Fuente y co-crea tu vida diaria desde esta conexión.

A través de la práctica y la disciplina podemos afrontar cualquier situación en un estado de paz y serenidad interior. Claro, de vez en cuando podemos olvidar que estamos aquí para aprender a crear con amor, y que la automaestría es el componente más importante de este aprendizaje. Sin embargo y con la seguridad de que si somos capaces de hacer una pausa, repensar y cambiar nuestras formas de reaccionar, más temprano que tarde lograremos dicha automaestría y aceleraremos nuestro proceso de ascensión en consciencia.

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