Noticias Mindalia.- Cambios, inspiración, mejoras…estas son solo algunas cosas que nos pueden aportar las cuatro estaciones del año, unas pistas que si sabemos interpretar nos llevarán a encontrar el equilibrio emocional y psicológico.
Aunque no lo creamos, los fenómenos y condiciones meteorológicas propias de cada estación nos pueden ayudar a nuestro desarrollo personal e incluso a marcar y recuperar propósitos que tengamos a corto y medio plazo.
El otoño, por ejemplo, el cual acaba de llegar tras un caluroso verano, nos puede servir para depurar y soltar aquello que nos supone una carga, aquello que nos envenena el alma. Expertos psicólogos aluden a la metáfora de las hojas cayendo, es un momento de reflexión y toma de decisiones que nos ayuden a avanzar, incluso podemos apuntarlas para tenerlas presentes y visualizar nuestros objetivos.
El invierno también podría servir para reflexionar pero de una manera más íntima y personal, no tanto mirando en nuestras actitudes y comportamientos si no en nuestro yo interior. Se trata de atajar nuestras inseguridades y distracciones. Pensar en nosotros mismos y tratar de encontrarnos.
“Enfocar la atención en nuestra propia respiración, en como el aire entra a nuestro cuerpo, llena nuestros pulmones, permanece dentro y después sale, así como concentrarnos en la llama de una vela, practicar la meditación sentada o participar en un retiro meditativo o de atención plena, son caminos validos para fomentar la introspección y la calma”, explica Elena Villalba a Efe, subdirectora de la Escuela Española de Desarrollo Transpersonal (EEDT).
Llegada la primavera, la sensación que tenemos es de despertar, florecer e ilusión. Todo empieza a tomar un tono más cálido, nuestros días son poco a poco más largos, tendemos a relacionarnos más con otras personas, somos más propensos a enamorarnos, etc.
La experta explica que es buen momento para “recuperar la conexión con nuestros anhelos más profundos y materializar un sueño o deseo de nuestra alma, que lleve largo tiempo retraído” – y añade- “Instalar cuatro nuevos hábitos en nuestra vida, en lo físico, emocional, mental y espiritual, así como desarrollar un plan de acción para materializar un sueño/anhelo del alma, por ejemplo formarnos como profesionales en una actividad en que podamos plasmar nuestra vocación de servicio”.
El verano. ¡Ay! Esa estación llena de luz que nos invita a conseguir nuestras metas con pasión. Según Villalba, esta estación nos incita a “recuperar el ‘calor’ que emana de nuestro corazón, poniendo pasión en la vida, así como abrir un tiempo dedicado a la creatividad en lo cotidiano y expresar, o materializar, un fruto artístico a través de cualquier disciplina que resuene en nuestra alma”.