Por Ramiro Calle.- Las mascotas forman parte de la familia, son la familia. Comparto con vosotros estas tres fotografías hechas por mi buen amigo Nacho Vidal. El protagonista es el gato Emile, que un portal de internet ha designado «la mascota del año».
Emile ha aparecido, el lector lo ha celebrado mucho, en mi cuento de yoga para niños «Yoga en la Selva» y volverá a hacerlo en otro cuento, bellamente también ilustrado por Nívola Uyá, que se titulará «Un Tesoro en las Cumbres (aprendiendo a meditar)».
Como Emile es un gato-yogui, todas estas distinciones le son ajenas, pues con su ecuanimidad es indiferente a halagos e insultos. Luisa y yo hemos creado con Emile un vínculo profundo, inspirador, indestructible, incluso me atrevería a decir que revelador, puesto que su presencia facilita la apertura del corazón.
Me resulta verdaderamente increíble que haya gente que pueda abandonar en las calles o en el campo a sus mascotas, con las que ha convivido y que tanto le han dado, porque no es lo que les damos nosotros, sino lo que ellos nos dan. Justo en estas fechas se incrementa el abandono de las mascotas.
Es atroz y da la exacta imagen de cuán egoísta e insensible puede llegar a ser una persona. Pero, en contraparte, están otras muchas que se desviven por los animales, les quieren desde el alma, les atienden y cuidan. No puedo dejar de expresar mi admiración profunda por mi sobrina Lilian, que, formando parte de la protectora de animales EVOLUCION, dedica mucho de su tiempo a recoger y atender perros abandonados, sin reparar en nada y a veces teniendo que recorrer para ello cientos de kilómetros. Aunque muy lentamente, las cosas, por fortuna, van cambiando.
La llamada Humanidad (deshumanizada) no se distingue precisamente por su amor y respecto a los animales, a excepción de algunos países que están a años luz en este sentido, por ejemplo, del nuestro. Cuando se vaya desplegando en mayor grado la visión de claridad de que un animal es un igual a nosotros en cuanto a la capacidad de deleite y sufrimiento, gozo y dolor, empezará a cambiar la actitud del hombre con respecto al animal.
¡Ojalá eso llegue algún día! Nadie como Buda ha insistido nunca tanto a lo largo de la historia de la Humanidad en la necesidad de evitar daño a cualquier ser sintiente y cultivar una corriente de compasión que nos haga vivenciar, desde lo más hondo, que todos formamos parte de una gran familia de criaturas. ¡TODOS!