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Home » Artículos » Las palabras

Las palabras

Realmente ya sabemos que las palabras no son inocentes. Las palabras pueden sanar o pueden dañar. Las palabras pueden convertirse en pesadas anclas que no nos dejan prosperar.

Y esto no solo lo digo yo o algún/a iluminad@, esto tiene base científica:

Seguro que si te digo: coche; ya imaginas un coche e incluso tal vez de una marca y color determinado. Pues lo mismo sucede con el resto de palabras; mi mente tiene una imagen ya creada que asocio a la frase creada. Hablo y esparzo semillas de carencias aunque INTENTO cambiarlo.

Je, je, je INTENTO ya es una palabra que evoca la carencia y que voy a cambiar por VOY

Hablo y esparzo semillas de carencias y voy a cambiarlo.

Tras utilizar palabras con connotaciones negativas liberamos cortisol, la hormona del estrés. Lo que nos lleva a adoptar una actitud negativa e incluso a minar nuestra salud física y mental.

En cambio usar palabras positiva motiva al lóbulo parietal y esto nos hace percibir la realidad y a nosotr@s mism@s de forma más positiva.

Existe el llamado “Informe Monja” que estudio a 678 monjas de una franja de edad entre 75 y 102 durante 2 años, demostraba que las monjas que usaban en su lenguaje más términos positivos vivían hasta diez años más y con una mejor claridad mental.

Otro estudio a señalar sería el “Jardín de junio” que demostró a través de encefalogramas que el 100% de las palabras positivas activaban el tiempo de reacción del cerebro, cosa que no ocurría con las neutras y negativas.

El afamado neurocientífico Mark Waldman de la Universidad Loyola Marymount (Los Ángeles), afirma que un cerebro saludable debe de usar «tres, cuatro o cinco expresiones positivas por cada una negativa».

Si te paras a pensar verás como tú también tienes una retahíla de palabras que evocan carencias:

· Poco a poco

· Algún día

· Nadie se hace rico trabajando

· Lo intentaré

· En esta casa hay de todo menos dinero

· Necesito

· Vale la pena

· En la lucha

· Vamos a ver

· Imposible

· Nunca

· Algún día

· Es la vida del pobre

· Ojala

· Las oportunidades son para los demás

Poco a poco: quédate con la palabra poco y visualízala ¿qué ves? Escasez. Lo podemos cambiar por “paso a paso”.

Intentaré/algún día/ojala: ya casi ves el fracaso en la palabra; en cambio puedes sustituirla por HARÉ esta palabra no admite negociación con nuestra mente saboteadora. Y si no puedes hacerlo al final, simplemente admítelo, pero sabrás que has hecho todo lo posible por tu parte.

Necesito: es lo mismo que “no tengo”. Cambia la frase a QUIERO, ELIJO. “Quiero un trabajo. Quiero ir de viaje…” la palabra quiero evoca decisión y empuje.

Vale la pena: esa palabra es dolor, tristeza, angustia… así que no, no vale la pena; vale la alegría, vale el esfuerzo, vale la satisfacción….

En la lucha: la sola palabra ya casi agota; luchar, ir contra marea. Así que podemos sustituirla por: siempre adelante; excelente…

Es la vida del pobre: no solo te limita, además te sitúa y marca en la pobreza. Puedes sustituirla por: “Agradezco lo que tengo y sigo avanzando” ·mi vida es sencilla y estoy creciendo”.

Así pues ahora que ya sabes el daño que pueden hacerte ciertas palabras ha llegado el momento de sustituirlas por palabras positivas; que llenaran nuestra vida de gratitud y prosperidad.

RECUERDA: las palabras se pronuncian y una vez salidas de nuestra boca ya no hay forma de recuperarlas. Así que detente unos instantes y medítalas antes de dejarlas ir.

“Cuida tus pensamientos, porque se convertirán en tus palabras. Cuida tus palabras, porque se convertirán en tus actos. Cuida tus actos, porque convertirán en tus hábitos. Cuida tus hábitos, porque se convertirán en tu destino ” – Mahatma Gandhi

Rosa Mª Francés Cardona (Izha)

 

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