Jesús de las Heras
Editorial Edaf
Madrid, 2015
Los seres humanos, desde tiempos remotos, se han abierto paso por la Historia espada en mano. La espada proporcionó poder y fue símbolo de poder.
Seguramente no resulta exagerado decir que todos los pueblos del mundo han utilizado espadas o armas blancas similares. Hay muchas clases de ellas, de diferentes formas, materiales y estilos, tanto en la realidad (fruto de diversos métodos de forja) como en la ficción (fruto de diversos modos de imaginación), y de todo ello se da buena cuenta en estas páginas.
Este utensilio/arma, de origen prehistórico, no ha pasado de moda —si bien su uso e importancia no han sido siempre igual— y mantiene su enorme potencia simbólica, tanto de poder económico o social como de otros diversos valores (valentía, fuerza, lealtad, honor…). Son tantas las espadas famosas por sus acciones, reales o legendarias, que el concepto espada está incardinado en el imaginario colec¬tivo como una presencia de extraordinaria fuerza, como algo má¬gico. La espada (falcata, gladius, Excálibur, Durandal, flamígera, jineta, morisca, Colada, Tizona, montante, estoque, sable, cimitarra, katana, ropera de taza, de lazo o de cazoleta…) es historia, mito, poder, símbolo.
Y entre todas las espadas de acero, una de las más famosas y más prestigiadas fue la toledana, que alcanzó sus momentos de mayor éxito en las edades Media y Moderna.
Después de su aproximación divulgativa a la historia de las órdenes religiosomilitares españolas, La Orden de Calatrava y La Orden de Santiago, y al reinado de Alfonso el de Las Navas, De las Heras se adentra ahora en el largo camino de la espada.Maestro nacional, periodista por la escuela Oficial de Periodismo de Madrid y licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense.
Docente en las Escuelas Aguirre de Cuenca, y redactor y corrector en el Diario de Cuenca, se trasladó a Madrid donde ha trabajado en diferentes medios de comunicación: Informaciones, Nuevo Diario y Estudio Abierto, de TVE, entre otros. Durante diez años, trabajó en el diario El País.