Por Isabel María Campillos Pérez.- Puede que aparezca el ruido en tu más profunda quietud.
Es posible que de repente empieces a escuchar lo que no quieres oír, que te perturbe el caos que hay fuera de ti.
Estas tranquil@, pero te molesta ese run run que no te deja obtener la claridad que necesitas para tu vida.
Tú puedes acallar tu mente, puedes doblegarla y hacerla aliada cuando quieras.
Pero no podrás nunca controlar lo que sucede en tu exterior, pues es una cadena de acontecimientos interconectados que van y vienen para tu maestría emocional.
Habrá momentos muy molestos y difíciles de manejar, otros serán más dulces y deleitosos.
Pero no puedes acostumbrarte a ninguno de esos momentos, pues la vida es movimiento.
No es cuestión de adaptarse ni a lo «bueno» ni a lo «malo», es cuestión de aceptar cada destello que nos regala la vida.
Pues cada matiz es importante para encontrar la paz en uno mismo.
El manejo mental, pues la mente está conectada a la emoción y está a todo lo que ocurre en tu cuerpo.
El manejo corporal para readaptar todo lo que ocurre a nivel emocional, y luego mental.
El pensamiento, el presentimiento, el sentimiento y la emoción.
Es una cascada que nos da información acerca de lo que existe en nuestro Ser.
Y aunque parezca una locura es muy probable que lo que veas fuera sea un reflejo de lo que ocurre fuera de ti.
No siempre. Habrá momentos en los que tu seas la armonía más perfecta y tu vida sea un tsunami apoteósico.
La idea no debe ser controlar lo que pasa, sino hacerse cargo de la estabilidad de uno.
Sumergirse en el interior para que nos bombardee de amor y pueda ayudarnos a aquietar nuestro cuerpo mental.
Lo que percibes es un porcentaje muy pequeño a lo que puedes percibir si conectas con lo más sagrado de ti.
Y entonces te darás cuenta de que nada puede perturbarte, que tu decides que te perturba y que no.
Y entras en un estado de profunda calma interior, en un estado de conciencia plena al que muchos llaman «felicidad».
La felicidad es tu estado natural, cuando decides eliminar todo lo que te estresa y te preocupa.
Cuando te purificas de todo lo que no te sirve.
Es bonito cuando te das cuenta de que hasta el ruido externo puede ser útil para discernir, para contrastar lo verdadero de lo falso.
Y así, manejando nuestra gran mente prodigiosa podemos ser grandes maestros imbatibles.
Y así, dejando fluir la emoción que nos reaviva podemos descubrir nuestra más virgen actitud:
Esa que no teme, esa que confía y glorifica tu existencia.
No se trata de hacernos estériles a las emociones, sino de saber manejar lo que estás provocan en nosotros:
Trabajando la cascada emocional puedes reprogramar tu código genético:
Tu manera automática de pensar, sentir y actuar, para sanar tu vida.
Para no estar atado a lo que llaman «genética».
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