Un reciente estudio dirigido por la investigadora Olga Dal Monteal señala que hay modificaciones en el funcionamiento cerebral cuando se incurre en un acto egoísta o en uno altruista.
Las dos zonas cerebrales implicadas en el comportamiento egoísta o altruista son la amígdala y la corteza prefrontal. Ambas regiones, entre otras, interactúan entre sí, cuando se trata de conductas sociales.
Los investigadores han descubierto que cuando hay una conducta egoísta, prácticamente no existe ninguna interacción entre la amígdala y la corteza prefrontal. En cambio, si el comportamiento es generoso, o prosocial, se configura una gran sincronía entre estas dos zonas del cerebro.
Los datos confirman que cambia el cerebro cuando se llevan a cabo conductas egoístas y conductas generosas. La naturaleza de esa modificación comprueba también que el altruismo, la solidaridad y la cooperación son conductas más complejas y elaboradas que las egoístas, que involucran una actividad cerebral más compleja.
El ser humano nace egoísta y esta conducta no tiene nada que ver con la moralidad, sino con el instinto de supervivencia, se trata de una pauta de comportamiento instintiva.
Con la educación y el desarrollo intelectual y social, una persona puede aprender a ser generosa, cooperativa y prosocial, si evoluciona de forma adecuada.
Bueno para mi el egoísmo es priorizarse a uno 1º, el amor propio es el más sagrado de los amores. No puedes priorizar a los demás por encima de ti.
Que me priorice a mi mismo 1º no quiere decir que sea mala persona yo evito hacer el menor mal posible y ayudar al bien universal, y que el universo agradezca mi existencia.