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Los jóvenes que beben demasiado dañan su cerebro

Estudios previos ya han demostrado que el alcoholismo provoca anomalías en la actividad cerebral, muy visibles en las electroencefalografías (EEG). Este nuevo trabajo ha constatado que las borracheras ocasionales provocadas por una gran ingesta de alcohol en poco tiempo (es decir, el patrón habitual de consumo de alcohol de muchos adolescentes y jóvenes españoles, el famoso botellón) también trastornan el funcionamiento cerebral.

En concreto, cambian las oscilaciones beta y teta del lóbulo temporal derecho y la corteza occipital bilateral de individuos jóvenes en estado de reposo. Se trata de oscilaciones eléctricas que, al alterarse, pueden causar dificultades para procesar la información y controlar los impulsos, algo que en el caso de personas de menos de veinte años supone un grave problema, ya que su cerebro aún no ha terminado de desarrollarse, en especial la corteza prefrontal, un área muy afectada por el exceso de alcohol.

Eduardo López-Caneda, de la Universidad del Miño y uno de los autores de la investigación, explica que “los cambios encontrados podrían indicar una disminución de la capacidad de respuesta a los estímulos externos y las posibles dificultades en la capacidad de procesamiento de la información en bebedores jóvenes compulsivos, y puede representar algunos de los primeros signos de daño cerebral inducido por el alcohol”.

Los investigadores realizaron el estudio con 80 estudiantes de la Universidad Complutense de Madrid seleccionados a partir de cuestionarios sobre su consumo habitual de alcohol, para dividirlos en dos grupos de 40 sujetos: los que no bebían o bebían poco, y los que ocasionalmente (fines de semana, fiestas…) incurrían en el patrón de consumo que se conoce como binge drinking: tomar en dos horas cinco o más consumiciones, en el caso de los hombres; o cuatro o más, en el de las mujeres. Son cantidades nada inusuales, si consideramos que las encuestas indican que la mitad de los adolescentes españoles no cree que consumir cuatro o cinco copas durante los fines de semana pueda ser nocivo.

Las electroencefalografías practicadas a los sujetos del estudio dieron como resultado las citadas alteraciones en la actividad cerebral de los bebedores, pero los científicos recalcan la necesidad de hacer más estudios sobre los efectos de costumbres como el botellón en los cerebros de los jóvenes, para medir hasta qué punto afecta a su desarrollo e incide en funciones como la memoria.

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