Por Tomas Cuirolo.- El otro día estaba leyendo un articulo sobre un tipo raro de cangrejo, y me recordó mucho a como nos movemos los seres humanos hoy en día. Si me permiten, les muestro la idea.
A esta especie le dicen cangrejo ermitaño, y tiene la particularidad que habita en una concha de un caracol, debido a que su cuerpo es tierno y blando. A medida que va creciendo, tiene que ir cambiando de «casa», lo que hace que la mudanza sea extremamente peligrosa. Generalmente también suele haber peleas entre ellos, ya que normalmente no hay cantidad suficiente de corazas para todos.
La mayoría de la gente hoy en día, se mueve como este cangrejo. Tenemos terror de mostrarnos como somos, exponernos vulnerables frente al mundo. Pensamos que si no nos cubrimos con una cascara, vamos a salir lastimados, ya sea una relación, trabajo, o lo que sea.
Para eso creamos una especie de escudo, en donde nos escondemos cuando nos sentimos amenazados. Entonces vamos caminando, recubiertos en formas de ser que son falsas, basadas en el miedo, por si el que esta al lado piensa que no soy tan bueno, tan divertido o tan alegre como tendría que serlo.
Esta coraza que todos tenemos puesta, se refleja en las estructuras mas grandes, que nosotros también inventamos. Ya sea la economía, la política o la educación que tenemos hoy. Es obvio que si todos, o la mayoría tenemos miedo, el resultado va a ser miedo también.
Asi vivimos casi todas las personas, cargando algo falso que nos pesa. No tiene ningún sentido arrastrar nada, ya que esa cubierta esta ubicada en un lugar que no existe. El caparazón, por lo tanto quienes pensamos que somos, esta basado en el pasado. El pasado no tiene fuerza adentro del presente, ya que siempre llega tarde. Ademas al ser un recuerdo, es un pensamiento, esta solamente en nuestra mente.
Si nos pudiéramos conectar con el bicho tierno y blando que vive abajo de toda esa armadura, nos daríamos cuenta del amor que somos. Al descubrir semejante noticia, podríamos ver las cosas desde otra mirada, una sin conflicto.
Al contactar con la vida que nos vive, uno va andando, observando la vida que hay atrás de los caparazones. Vamos caminando, y nos vamos reconociendo a nosotros mismos en todos los lugares por los que vallamos; ya que en realidad no somos lo que pensamos, sino que somos el silencio que hay atrás de todo el aparente ruido. Somos el mismo instante, la misma presencia, el mismo ser. Todos somos uno.
Tomas Cuirolo