
La mente tiende a reaccionar y a aceptar o rechazar la experiencia según sea de su conveniencia o no. Esto genera una continua lucha interior por vivir la experiencia que deseamos y que proyectamos en nuestra mente. Pero la relación natural con el momento presente es aquella que acoge todo el espacio de la conciencia.
Uno está abierto y acepta todo el acontecer de la vida. Aceptar significar tomar conciencia de ello. Negar la realidad, lo que vemos, sentimos, percibimos… solamente añade más conflicto. Aceptar la vida es verla tal cual es, sin añadirle o quitarle nada.
La conciencia es un espacio abierto y vacío que permite que todo sea como es. La meditación es la sincronía con ese estado de conciencia. Es la visión natural, momento a momento, de este surgir que llamamos presente. Esta visión todo lo contiene, incluso al yo haciendo o no haciendo. Sea lo que sea, el movimiento o la quietud, fluyen como la vida y la visión natural observa tal acontecer sin intervenir. Siendo un testigo. Siendo Uno con todo lo que hay y con lo todo que Es.