Por Flavia Torregiani.- Nuestra manera de mirar e interpretar al mundo que nos rodea y la realidad, nuestro modo de pensar, las elecciones que hacemos, las decisiones que tomamos, la manera de enfermar y sanar, están condicionadas por las creencias: vivencias, secretos guardados, juicios, pactos, dramas, lealtades; transmitidas entre los integrantes de nuestro sistema familiar.
Cada familia es un pequeño universo de creencias.
Nuestro inconsciente guarda la información en forma de memoria emocional y su energía circula, aunque no tengamos registro consciente de ello.
Cuando sentimos que no podemos realizarnos como deseamos, cuando nos sentimos estancados, sin poder comenzar o concluir algo, podría deberse a alguna creencia limitante muy arraigada en el árbol familiar, cultivada y transmitida entre sus integrantes.
Desde la Biodescodificación, vamos a su búsqueda, y al encontrarlas, podemos trabajarlas, cuestionarlas, para dejar de repetirlas automáticamente. Al hacerlas y hacernos conscientes de su existencia e influencia, podemos desactivarlas y transformarlas en creencias expansivas, superadoras.
Una creencia es aquello que nos repetimos permanentemente, y a través de la cual, incorporamos como verdad todo lo que registramos por medio de nuestros sentidos.
El mecanismo natural que activamos nos mantiene en una zona de comodidad, seguros y apegados a ver tan solo un lado de las cosas, hechos o situaciones. Para comprenderlas, aceptarlas, integrarlas, solucionarlas y cambiarlas, el desafío invita a ampliar nuestra mirada sobre estos conceptos, expandiendo nuestra interpretación.
Conocer, re-conocer, revisar, observar y comprender este caudal de información, nos permite tomar consciencia de su existencia, y de los mandatos que podríamos estar ejecutando en honor al lema de lealtad familiar.
No son hereditarias las enfermedades, sino el modo de percibir e interpretar nuestra realidad, esa que creemos y creamos o repetimos como verdad.
Mirando la historia de nuestro clan, podemos identificar e integrar tanto aquello que nos potencia con lo que quizás esté interfiriendo en nuestras decisiones y calidad de vida.
Revisando esas memorias, también encontramos los patrones de pensamiento aprendidos, repetidos y transmitidos sobre la forma de enfermar y sanar.
La tarea de recolección de datos de nuestros familiares cercanos y ancestros, consignando: sus nombres, fechas de nacimiento, ocupaciones, creencias, enfermedades, migraciones, integrantes excluidos, etc., se convierte en una apasionante y sumamente movilizadora experiencia.
Constituye un gran acto, considerado como un ritual de Renacimiento, Amor, Integración, Perdón, Respeto de Reconocimiento, y de Sanación.
Es un viaje hacia la pertenencia e inclusión, aceptación de luces y sombras, toma de consciencia y evolución.
Desde esas raíces, hemos llegado hasta aquí con todo lo que somos, tenemos y hacemos, por ello nuestro agradecimiento a todos y cada uno de los integrantes de nuestro árbol familiar, que guardan y no entregan la llave, para que podamos cambiar aquello que está repercutiendo de modo limitante desde las generaciones pasadas, hasta las venideras, pudiendo re-diseñar las creencias.
Mirar y admirar mi árbol familiar. Desde la raíz hasta sus frutos.
El armado de un árbol genealógico, es un recurso de indagación, y a la vez, una herramienta de sanación.
¿De dónde venimos? ¿Hacia dónde vamos? ¿A quién estoy obedeciendo de mi clan? ¿Me pertenece esta creencia o forma de interpretar el mundo? ¿Está resultando funcional a mi propósito y calidad de vida? ¿De dónde proviene mi manera de reaccionar ante esta situación? Alivianemos el equipaje.