Una de las últimas tortugas de caparazón blando Swinhoe, de las que quedaban tres ejemplares vivos conocidos, ha muerto.
La tortuga apareció muerta en el lago de Dong Mo (Hanói) y las autoridades investigan la causa de su muerte.
La tortuga encontrada medía 156 centímetros de largo y pesaba 93 kilos, lejos de los 150 kilos que pueden llegar a alcanzar estos reptiles que pasan mucho tiempo sumergidos en busca de alimento y que son difíciles de localizar.
Hasta el momento solo se tiene constancia de la existencia de tres ejemplares de esta especie en el mundo y esta, era la última hembra, lo que augura el fin de la especie, aunque no se puede descartar la posibilidad de que aún haya ejemplares de esta esquiva especie, tanto machos como hembras, aunque no se puede confirmar con certeza.