Por José Antonio Cordero.- Los abuelos del campo aún recuerdan a aquellos fieles compañeros de carga, sobre todo a los que fueron cariñosos y nobles. Pero el tiempo pasa y los recuerdos se desvanecen, aquello que sirvió durante un tiempo llega incluso a perderse en el olvido.
El hombre se ha servido de los animales de carga para trabajar, como también el hombre se ha servido de hombres para sobrevivir y avanzar, para crecer como empresa. El mulo abandonado fue rescatado y alimentado a cambio de su trabajo o servicio. El hombre tiende igualmente a rescatar a otros a cambio de su servicio. Más aún, el ser humano llega a usar a sus semejantes para crear una familia, satisfacer sus deseos o cubrir sus horas de soledad, cual animal de compañía. Ninguna de esas frases son degradantes, pero sí reflexionan sobre el uso, abuso o valor que damos a las personas que nos rodean y de las que a través de ellas podemos avanzar mejor, incluso llegar al enriquecimiento.
El paso del tiempo desvela qué importancia han tenido esos puntos de apoyo. Seres que dejan una huella maravillosa, seres de ‘poca monta’ o seres que dejan un estiércol que más vale no remover para no recordar su pestilencia.
Somos para los demás aquello que somos para nosotros mismos.
Tratamos a los demás tal como nos tratamos a nosotros mismos. Vemos a los demás tal como nos vemos, y ojos que no ven corazón que no siente; ojos que no ven tortazo que te pegas.
El desprecio que podamos sentir hacia los demás no es más que una expresión del desprecio que sentimos hacia nuestra propia alma, olvidada, desconocida. Hacemos con los demás lo mismo que hacemos con nuestra alma que nos da un cuerpo tras otro, una y mil veces.
Bendita alma que nos habita y que solo espera ser reconocida, pero el cuerpo mira hacia otras direcciones y desea satisfacerse con cosas que realmente no son las más importantes.
El alma olvidada es usada para renacer tal como usamos a los demás para hacer o deshacer, nos valemos de ella hasta la más alta desconsideración. Tal como se usan cientos de cuerpos para reencarnarnos, así usamos a otros seres para sobrevivir, cubrir necesidades y caprichos.
Mal sabor toma la boca cuando se ‘alimenta’ de otros seres. Mucho contamina la boca envenenada.
Los demás son para nosotros tal como somos con nosotros mismos. No nos cansamos de abusar de los demás porque no nos cansamos de abusar de nuestro cuerpo.
La finalidad o “el por qué” de los vínculos con otras personas encontrará la respuesta en “el cómo” somos nosotros mismos.
Vemos a los demás tal como estén nuestros ojos: sean nublados, de mirada oscura, cegados por interés, o bien limpios, de mirada nítida y profunda. Menospreciar a una persona es propio de conciencia miope, hambrienta y ansiosa.
La vida es bonita cuando el Alma es la que ve. La conciencia pura solo ve pureza. El corazón siente amor cuando brota en sí mismo.
‘A falta de pan buenas son tortas’ como a falta de amor buenos son los pasatiempos. El abuso es inconsciente tal como el propio cuerpo es inconsciente de su alma.
La vida es bienaventuranza cuando el amado (cuerpo) encuentra a su amada (alma), cuando las almas se unen sin ataduras, más que por el divino hilo del amor que teje el ropaje de sus vidas.
El caminar unidos hace a la vida digna.
El recogimiento de la consciencia externa en lo interno hace que el corazón tome las riendas del destino.
En el cuadro de Krishna y Rada se ve la sencillez del vivir, del Rey y la Reina, donde la mirada no está por encima de los hombros (síntoma de desprecio o superioridad). La suavidad y elegancia del caminar no es más que la suavidad de la conciencia pura. La forma de unión de sus manos muestra cómo son, actúan ordenadamente y en completa libertad. Llenos en sí mismo se entregan mutuamente.
Me comporto contigo tal como me comporto conmigo. Te daré aquello que tenga o te pediré continuamente si mi estado es ansioso o me siento como un niño desamparado. Pero ningún alma ni cuerpo ajeno podrán llenar el vacío de un cuerpo sin alma. El cuerpo desalmado es un devorador insaciable, es como un bolsillo roto.
Los mulos fueron queridos o maltratados, los seres que nos rodearon, y los que nos rodean, fueron o son amados, o usados y maltratados.
El valor que tengamos en la vida depende del valor que demos a nuestra propia vida. La piedra maquillada con oro de mala calidad caerá con la lluvia y se dejará ver en cualquier momento su lentísimo crecimiento.
Nuestra alma no está supeditada al juicio o valoración de otros, ni se engrandece por los halagos o aplausos de otros. Los ensalzamientos sólo engordan el infantil ego.
El alma es sencilla como sencillo es llegar a ella. El alma es autosuficiente y eterna como autosuficiente será el cuerpo que la conozca y allí vivirá eternamente.
Sea como fuere o haya sido nuestra vida, ya va siendo hora de valorar lo que somos.
La unidad del cuerpo con el alma es la vía que permite la unión con otras almas. Las almas unidas no conocerán el tiempo, y la eternidad será su campo de juego y disfrute.
CITA CON LOS GRANDES
“Temer al amor es temer a la vida, y los que temen a la vida ya están medio muertos.” – Bertrand Russell (1872-1970) Filósofo, matemático y escritor británico.
“La vida es como montar en bicicleta. Para mantener el equilibro hay que seguir pedaleando.” – Albert Einstein
“No te aflijas, cualquier cosa que pierdes vuelve de otra forma… Hay una fuente dentro de ti. No camines con un cubo vacío.” – RUMI