Se trata de Molly Sampson, una amante de la búsqueda de fósiles en familia.
Molly había encontrado ya algunos fósiles, pero ninguno tan especial como su más reciente hallazgo: un diente de doce centímetros, perteneciente a un megalodón de más de quince metros de largo y con unos quince millones de años de antigüedad.
Llevaron el descubrimiento al museo marino de la ciudad y allí les confirmaron que el diente pertenecía al lado superior izquierdo de la mandíbula de dicho tiburón.
El megalodón fue un dinosaurio marino que nadaba alrededor de 1,4 metros por segundo y requería de noventa y ocho mil kilocalorías diarias, con un volumen estomacal de casi diez mil litros. Es legendario por su tamaño y sus enormes dientes.
A pesar de las múltiples investigaciones, aún no se ha encontrado ningún fósil de su cuerpo completo.