Por Olga da Silva.- Bonsái es una palabra de origen japonés que significa literalmente bon = «bandeja» + sai = «cultivar» (aunque etimológicamente procede del término chino, penzai, que significa pén = «cuenco» + zāi = «planta»)
Esta disciplina consiste en el arte de cultivar árboles y plantas, controlando su crecimiento para que permanezcan en un tamaño muy inferior al natural, mediante técnicas, como el trasplante, la poda, el alambrado, el pinzado, etc. y así ir modelando su forma para crear un estilo que nos recuerde a una escena de la naturaleza. El bonsái es indisociable de la maceta, ya que este se entiende como el conjunto que conforman árbol y maceta.
Esta práctica milenaria que tiene sus inicios en China, está considerada como un arte terapéutico, pues la contemplación, la conexión con la naturaleza, la paciencia que requiere su cuidado, la creatividad que se nos activa para el modelado y el aprendizaje que se adquiere con la práctica, reduce el estrés, aporta calma y relajación a nuestra vida.
Incluso un estudio realizado en la Universidad de Ciencias de la Vida y el Medio Ambiente de Breslavia, Polonia, en 2008 caracterizaba este “arte de la miniaturización” como una “disciplina especial del conocimiento, conectada con la filosofía, la pintura, la escultura, la arquitectura y la jardinería”.
Pero mi propósito no es hablarte de esta técnica para que la practiques o la tomes como una opción para tu crecimiento personal, mi propósito es darle la vuelta a esta disciplina, pues reconozco, que es algo que practiqué hace más de 20 años pero que me enseñó otras cosas muy diferentes a las que te acabo de decir.
Aprendí que un árbol es un ser que ya tiene toda la información para ser lo que ha venido a ser y para ello no necesita de mi ayuda, no necesita de cuidados especiales para ello; que intentar modelarlo, trasplantarlo y pinzarlo puede ser más dañino que beneficioso para él, que él no lo necesita para vivir y hacerlo solo me beneficia a mí.
En esta vida, todo ser viene con la información necesaria para ser, lo que ha venido a ser naturalmente. La técnica del bonsái, básicamente hace que el árbol no se exprese de manera natural. “Alguien” ajeno a él no deja que el árbol sea lo que ha venido a ser. Se le imponen una serie de limitaciones para que deje de expresar su auténtico potencial, se le impide ser, para ser lo que “el cuidador” desea que sea. Ese árbol, no dejará de insistir en expresarse tal como su esencia espera, solo que las circunstancias externas no se lo permiten. Sólo si pudiera desprenderse de esos anclajes impuestos, podría recuperar su libertad.
En la vida, al igual que el bonsái, podemos estar en un contexto donde nos modelan, nos encorsetan, nos condicionan tanto, que no podemos expresarnos como realmente somos. Para ello no hacen falta macetas, alambres, poda o pinzado. Basta con que haya un vínculo emocional con algo o alguien y creamos que ese algo o alguien sabe mejor que nadie lo que es mejor para nosotros mismos.
Una “cuidador” que de alguna forma te da mensajes como: ¿quieres decir?; ¿Estás seguro de que eso es lo que te conviene?; no deberías hacer eso; eso no está bien, sinó ya me lo dirás, habrá consecuencias y lo sabes; eso te pasa por no hacerme caso; te lo dije y si hubieras hecho lo que te dije, eso no te habría pasado; ¿por qué nunca me escuchas?; ¿por qué nunca me llamas? ¿es que no te preocupa lo que me pase o cómo estoy? Ya veo que no te importan mis sentimientos; sabes que lo que realmente me hace ilusión es que hagas esto, no entiendo por qué no haces lo que te digo; ¿y qué va a pensar la gente?; Es mejor que no des motivos para que hablen de ti; si sigues las normas, todo irá bien…
¿Te suena?
Ese encorsetamiento no necesariamente tiene que ser una acción consciente por parte del/la cuidador/a, pues todo acto siempre irá de la mano con la intención de demostrar amor hacia ti, al igual que un aficionado al bonsái te dirá que lo hace por amor al árbol.
¿Quién es “tu cuidador”? ¿mamá, papá, tu pareja, tu amigo, tu profesor, la sociedad…?
El cuidador de bonsái que tengas en tu vida, ignora tus límites, no los tiene en cuenta aunque los pongas; te hace creer que siempre tiene la razón; te hace responsable de su felicidad, que qué esté bien depende de ti; critica tus opiniones, si no son las suyas; se molesta si te mueves hacia otro lado, que no sea al que él quiera que vayas; quiere que sigas siendo dependiente y estés pendiente de él; simplifica tus problemas, pues cree saber mejor que tú, lo qué te conviene; juzgará tus opiniones y usará la culpa para controlarte; se enfada si muestras tus emociones, pues no son tan importantes como las suyas e invalida tus sentimientos.
Observa de quién eres bonsái, cómo la maceta que te ha colocado y recuerda, que no eres un árbol y puedes moverte de donde estés si es necesario.