Por Isa Campillos.- Calma, sosiego, encuentro, alma.
Es todo lo que queda,
cuando eliminas toda perturbación.
Toda distorsión de afuera,
cada contemplación desde la mente ilógica.
Calma queda cuando te sumerges y te dejas arrastras por la esencia única.
Que no te pregunta el camino,
sino que da el paso a tu destino.
Ese que no sabes, ese incierto que acierta casi siempre.
Que está dentro de ti,
en tu latir más profundo.
Que no se preocupa por nada,
porque es capaz de sentir su pálpito a cada segundo sin necesidad de comprender.
Que hay muchas cosas incomprensibles, y mejor que sea así.
Que no podemos cambiar lo que nos toca vivir,
que solo podemos aceptar y vivir más serenamente.
Sin mente, «no mind», ayudando al Ser especial que somos que se exprese.
Para que deje de influenciar en nosotros las creencias que arrastramos, inconscientes.
Sólo navegando en la más sagrada inundación de todo lo que somos.
Sin las vivencias pasadas, ni tampoco presentes, ni siquiera futuras.
No mind…
Ya no pienso, me dejo llevar, me dejo que la vida me haga y haga lo que quiera conmigo.
Que me amolde a la circunstancia, que me haga más fuerte, que me acerque al sufrimiento pero no me zambulla en el dolor.
No mind, no existe el tiempo, solo mi respiración, solo el suspiro en cada canción.
Que vibra mis cuerdas vocales,
en cada movimiento que realiza mi cuerpo.
En cada baile dibujan mis caderas.
No mind, solo mi expresión natural.
Sin los «debería», sin los «tengo».
Sin los apegos a estados de la mente, sin los juicios acerca de lo que siento.
No mind.
Simplemente, el gozo del vivir.
De sentir, que algo venimos a aprender.
Que algo venimos a liberar, por un bien mayor.
Que no necesitamos nada más que aprender que mejor que aprendamos cuanto antes que aquí venimos con una tarea individual.
Que cada cual sabe o no la suya.
Que es nuestro plan, el de nuestro espíritu.
Por eso somos como somos,
por eso, tenemos inquietudes.
Por eso la curiosidad no mato ningún gato, sino que nos llevó a conocer el misterio y alumbrar lo oculto.
A ver más allá de las máscaras, más allá de lo ocurrido.
Y dejar ir, dejar ir lo que nos perjudica.
Paso a paso, hasta que consigamos rendirnos.
Eso sí, sin resignarnos.
Porque la vida, nunca busca tu resignación.
La vida está en ti para algo.
Y eso es, lo único importante.
Después de ese «algo», disfrutar de la magia del «ahora».