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Por Ignacio Asención.- Más temprano que tarde, vas a terminar odiando
a esa persona (o causa) de la cual sos fanátic@.
¿Por qué?
Porque le depositaste toda la responsabilidad
para tu posibilidad de sobrevivir,
de estar en paz, de ser feliz.
Como esta probabilidad es totalmente falsa,
en breve te vas a sentir estafad@, ultrajad@.
Lo siento, no es la responsabilidad de tu ídolo.
En el fondo, sabés que no pudo prometerte nada.
Fuiste vos quien inventó un sueño de promesas
por pereza existencial.
Para no verte, para no descubrirte.
Por el miedo a fracasar siendo vos mism@.
Toda esa intensidad:
«¡En esa persona/causa está mi salvación!»,
pronto mutará en su contraria:
«¡Es un fraude! ¡Me robó, me mintió!».
Así que te aconsejo lo siguiente,
si es que los consejos sirven de algo:
¡Admirá, agradecé, abrazá, amá!
¡Tomá lo que te ofrezcan de corazón
y volvé a tu potencial!
¡Pero no te conviertas en un fanático!
Vas a sufrir en la esperanza y en la decepción.
Y recordá que:
Solo el ego puede ponerse extremista.
Tu corazón está dispuesto a dejar que
la corriente se lleve cualquier certeza
que no aporte un bien para todos.
Ignacio Asención
