Por Benjamín Nava Boyás.- En los más de 100 días de crisis de salud pública por la pandemia de SARS-CoV-2 quedan en claro cuatro reacciones básicas que, al paso de las semanas, se han convertido en actitudes de la gente alrededor del mundo y eso incluye gobernantes, científicos, intelectuales, empresarios, maestros, cualquiera que sea la ocupación o situación social, casi nadie ha quedado indiferente al fenómeno global.
Estas cuatro conductas son: a)- Incredulidad y adjudicar el fenómeno epidemiológico a «un invento o complot de los gobiernos», b)- Total rechazo a la existencia de la enfermedad y a los cambios de hábitos alimenticios que aquella acarrea. c)- Heroismo ante la necesidad de actuar ante contagiados y enfermos terminales. d)- Resiliencia ante la adversidad económica y fallecimiento de familiares y amigos.
El tipo «a» es de las personas con nula o escasa información que se ha dejado llevar por rumores. Tienen una postura «estandar», riesgosa para ella y sus familias. La del tipo «b» se explica como personas que no asumen una responsabilidad ante los propios síntomas de su cuerpo que les alertan sobre una enfermedad y la niegan hasta que es inevitable visitar al médico o una intervención quirúrgica.
El tipo «c» es de aquellos hombres y mujeres que por vocación o profesionalismo hacen frente a los primeros casos de contagios. Son la que están «al pie del cañón», más por amor a su vocación que por un salario o reconocimiento. El personal médico y enfermeras de las clínica Covid-19 son ejemplo de este tipo de personas heroicas.
Cuando persiste el heroismo se trata de la llamada resiliencia o tipo de persona «d», dentro de nuestra arbitraria clasificación, es decir, de la actitud que hace a la persona adaptarse a la adversidad y hasta sacarle provecho a ésta. La consecuente pregunta es : ¿en qué tipo de persona me convirtió la pandemia de coronavirus?
¿Un cínico descreido y soberbio que se cree inmune a casi todo? ¿Un pusilánime que se deja llevar por las circunstancias y culpa a todos de sus males? ¿O aquel tipo de individuo que afronta la realidad con valentía y resolución y busca inspirar estas actitudes en los demás? ¿O la clase de resiliente que ante situaciones límite provoca una revolución en su persona, mentalidad y circunstancias?
Las respuesta a cada una de estas interrogantes es personal, lo único que se puede compartir es, precisamente, la actitud que asumimos ante nuestra familia, compañeros de trabajo, la sociedad y el mundo. Ante tales interrogantes, una guía para responder a tales cuestiones vienen de las palabras del General norteamericano Douglas MacArthur (EU, 1880-1964) escritas en carta a su hijo: Los años marchitan la piel, renunciar al ideal marchita el alma.
Pensamiento que podríamos parafrasear para concluir: la pandemia nos pudo haber marchitado la piel y las emociones, pero renunciar a ayudarnos a nosotros mismos y a nuestro prójimo, nos amargará y hasta nos podría matar el alma. Eso podemos y debemos impedirlo a toda costa.