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Para mostrar integridad, se han debido integrar las polaridades

Por Mª Laura Martínez Ramírez.- Hace un tiempo que cada vez que escucho o leo la palabra “integridad”, aparece como resaltada entre las demás palabras, se queda un tiempo tintineando en mi cabeza, con un regusto agradable y sereno, confirmativo de que, sí, hay un camino por ahí. Ahora, me dejo fecundar por lo que sugiere.

Las otras con las que se relaciona, como buenas amigas, la honradez, la rectitud, incluso la honestidad, se quedan atrás como algo ya trabajado, ya consolidado y asumido largo tiempo atrás. Son las amigas de la juventud, que aún perduran, pero no aportan a este momento de la vida un completo apoyo. Son palabras que me conectan con el esfuerzo, que siempre utiliza el ego para darse importancia.

No, eso ya pasó, ahora prefiero “integridad”, como algo tan interno tan verdad, tan personal, que hace que uno, una vez trabajadas las normas morales, reconocidas y asumidas con todas las aristas todas sus partes, se atreva a ser único y uno con todo lo que es, mostrándolo en cada momento, en lo que siente, lo que dice, lo que hace, sin más condicionamientos morales ni culturales, y en ese mostrarse respetándose, se experimente como íntegro.

Actuar con integridad, no es actuar con bondad, aunque internamente si lo sea, puesto que se es bondadoso con uno mismo, al aceptarse plenamente, manifestación máxima del amor incondicional. Digo que no es actuar con bondad, para el que mira desde fuera, porque uno, desde su integridad, puede hacer muchas cosas muy políticamente incorrectas. Lo triste es que por esta aceptación social nos doblegamos y actuamos en contra de nuestras creencias y eso nos lleva a enfermar, tanto física como psíquicamente, Además de que nos ocasiona un vacío difícil de llenar con cosas materiales, por muy ricas y lujosas que sean, puesto que no estamos cumpliendo lo que hemos venido a hacer, a aportar al mundo, aunque sí nos puedan servir para aprender, a consecuencia del dolor y el vacío experimentado. Solo siendo leales a nuestro sentir podemos estar aportando lo que escribimos como destino antes de llegar a este mundo.

Para esto lo primero que hay que asumir es que esta integridad te llevará muchas veces a la soledad más absoluta, mejor ir preparándose desde pequeños a nutrirse de esa soledad, para que después no se le tema tanto que nos haga doblegarnos y apegarnos a cualquiera y viviendo de esta forma una vida mediocre, sin sustancia. Si pudiéramos experimentar esa soledad que te nutre y te llena, que te acoge y te cuida, que te hace reencontrarte con quien más te comprende que eres tú mismo, irías con tu amigo interior a todos sitios, y desde esta completitud, te abrirías a los demás sin necesidad de obtener nada, solo de compartir, el momento, de una manera libre y plena. Si pudiéramos entender que ricos son esos momentos, del abrazo verdadero de alguien a quien no volverás a ver, de la palabra sincera de quien reencuentras después de años, de una forma nueva, esa sensación de que todo está bien, de que da igual si vienen o se van las personas, porque todo es perfecto en ese momento. Entonces tal vez no se temería a la soledad y se podría ser más íntegro.

Vivimos en un planeta donde existe la dualidad, pretender tener una cualidad y no tener la opuesta en algún momento, es imposible, porque no se puede trasgredir una ley de la naturaleza. Por tanto, lo más sano sería estar dispuesto a admitir, a asimilar, a integrar pacientemente, modestamente, que tenemos en nosotros todas ellas, y de este modo, no sea necesario que pasen a la sombra, donde al no poderlas ver, las proyectamos, en acciones de los otros, en enfermedades, en situaciones de la vida, etc. Lo ideal sería ir reconociéndolo como parte nuestra y evitar así muchos problemas y disgustos.

En el Tao te King, Lao Tse nos dice, que el Tao es la fuente insondable de las diez mil cosas. Para el Taoísmo todo tiene una parte yin y otra yang, que juntas conforman la unidad. De modo que si “integro” según el diccionario es aquello a lo que no le falta ninguna de sus partes, “integridad” como cualidad de íntegro, sería la forma de actuar de aquél que asume y muestra todas sus polaridades.

Es interesante como se relaciona con desinteresado y recto, y es que mientras te dejes llevar por el ego, no podrás manifestar esta cualidad, solo cuando se obedece al sentir del corazón se puede ser realmente íntegro.

Por esto, en general, los sistemas no funcionan de forma beneficiosa, ya que no están regidos por el corazón, por lo que tenderán a desaparecer cuando nadie los apoye y serán ocupados por hombres llenos de integridad, que sean capaces de unir razón y corazón. Caerán, porque cada vez quedan más al descubierto las acciones egoístas, las mentiras, las dobles caras, la falta de integridad en definitiva, y serán sustituidos por otras formas de organización en las que primen ideas y personas que sean capaces de escuchar a su corazón y seguirlo aún a riesgo de perder, estatus, dinero, fama etc.

Si queremos ser parte de esos grupos que ayuden a crear un nuevo mundo, hemos de empezar por aceptarnos en todas nuestras partes, demostrando con ello que nos amamos incondicionalmente, que por tanto somos capaces de hacerlo con los demás, y desde ahí servir y cuidar.

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