
Hoy se nos habla de poner un alto ideal en nuestra vida.
Ese ideal, se nos dice, es un gran transformador de nuestra energía.
Es como un filtro que la purifica y eleva.
El ideal nos invitará siempre a mirar arriba. El antiguo adagio es bien bonito: “los pies en la tierra, la mirada en el cielo”.
O, en otras palabras también antiguas, podemos vivir “en el lugar elevado y secreto” y trabajar desde allí.
El entorno, con frecuencia, es un barrizal: