
Las palabras de hoy se refieren a la ciudadanía mundial, un concepto clave para la paz futura.
Pueden parecer quiméricas en un mundo que parece querer ir por otro lado.
La construcción europea, a pesar de sus muchos defectos, va en esa línea.
Conviene reformar, no destruir, unir, no separar.
Frente a la disgregación y la separatividad, se nos llama a unir e incluir.
Para ello, es preciso liderar desde el ejemplo: en uno mismo, en la familia, en el trabajo, en la nación. Lo primero, siempre, en uno mismo.
La palabra clave es tender el puente.
El objetivo último es el de la unidad internacional y “el equilibrado funcionamiento de la Humanidad Una”.
He aquí un alto ideal, enlazando con las palabras de ayer.
«Lo que debe hacerse ahora es tender el puente, un puente entre lo que es hoy y lo que podrá existir en el futuro. Si durante los próximos años desarrollamos la técnica de eliminar las numerosas divisiones que existen en la familia humana y neutralizar los odios raciales y las actitudes separatistas de las naciones y pueblos, habremos logrado establecer un mundo en el que la guerra será imposible y la humanidad se verá a si misma como una sola familia y no como un conglomerado agresivo de muchas naciones y pueblos, que en forma competitiva tratan de aventajar a los demás, fomentado exitosamente prejuicios y odios. Como hemos visto, esta es la historia del pasado.»
“Sirviendo a la humanidad”, Alice A. Bailey, página 99 de la edición española de Editorial Nous. Imagen: profesora con sus alumnos en Quang Tri, Vietnam, 1 octubre 2014 (Jesús Vázquez)