
En nuestra vida en la tierra nos olvidamos del otro mundo.
Ese otro mundo es el sutil, el de las regiones del espíritu.
No está en lugar distinto al que estamos y no es preciso esperar a la muerte para captarlo.
Ese mundo está aquí y ahora, anhelando fusionarse con el que consideramos el único mundo.
Es nuestro Yo Superior (o alma) que busca contactar a nuestro yo inferior (la personalidad).
Cuando se encuentran surgen la unión y la comunión, y el se humano pleno, consciente de sus dos dimensiones.
Las palabras de Aïvanhov esta mañana son un bálsamo que nos devuelven nuestra identidad perdida.
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