Tras casi siete años de proceso, Chile inaugura por fin la primera planta termo-solar de Latinoamérica.
Se han utilizado un total de 10.600 heliostatos (espejos móviles que se mueven según el desplazamiento del sol) en un terreno de 700 hectáreas. En el centro de la construcción, se alza una torre de 250 metros, capaz de absorber todo el calor reflejado por estos espejos.
Según las primeras pruebas, se espera recoger la suficiente energía solar como para satisfacer las necesidades eléctricas de decenas de comunidades.
Además, este nuevo recinto detendrá la emisión de más de 630.000 toneladas de dióxido de carbono cada año. El presidente chileno asegura que ya se están planeando réplicas en el resto de América Latina, de forma que esta no sea una iniciativa aislada.