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POBREZAS

pobrezaPor Mª Jesús Esteban.- Me agotan las relaciones con mis compañeros de trabajo. Estoy harta de ir sorteando sus picaduras de serpiente. Atónita de ver como se sonríen unos a otros y luego se apuñalan por la espalda. Triste , en realidad , de ver como las personas son utilizadas como objetos para conseguir fines.

Si formas parte  de un grupo  y  quieres sentirte integrado tienes que ser enemigo de los otros grupos y dedicarte a criticarlos. Si te quedas aislado porque tu no quieres formar parte de ese entramado te empiezan a mirar mal porque eres demasiado independiente, “¿qué pasa, es que se cree mejor que nosotros?”

No me negareis que esto es demasiado retorcido. Hay que desayunar muy fuerte cada día y estar muy equilibrado para enfrentar las relaciones profesionales. Y digo yo, si todas esas energías que las personas emplean en conspirar y en criticar, en enfadarse y reconciliarse, en darles vueltas a lo que dijo el otro y sobre todo en envidiar, se emplearan en trabajar de verdad, ¿no aumentaría mucho la productividad?

La mayoría de las empresas no invierten nada en procurar el bienestar psicológico y emocional de sus empleados. Les da igual que las personas no sepan relacionarse. No saben detectar si en su equipo hay algún psicópata que está haciendo la vida imposible a los demás, o lo que es más grave, a veces los contratan a propósito para conseguir sus fines.

Muchas veces lo único que se busca es alguien que trabaje por el mínimo de dinero sin buscar para nada su desarrollo profesional, personal y emocional.

Con esto lo que se consigue son resultados muy mediocres y al final la ruina. Y luego se echa la culpa a ese ente abstracto que ha pasado a ser la crisis. La socorrida crisis a la que todo el mundo culpa.

La crisis de la humanidad conduce a la crisis económica, aunque al principio parezca que ser ambicioso, corrupto e inhumano pueda generar riqueza. Al final no es así, la conclusión final es la desolación total, económica y humana.

Y hasta que no nos demos cuenta de esto no saldremos de la pobreza mental, emocional y espiritual en la que vivimos. Esa es la peor y la madre de todas las pobrezas.

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