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Por Devi Rodríguez.- La enfermedad es un punto de vista. El cuerpo refleja algo a lo que no hemos podido decir internamente “si”. Toda enfermedad es una oposición ante la vida. La plena salud tiene que ver con el si.
Cuando alguien enferma, quiere imponer a la realidad su punto de vista. A veces un pensamiento puede hacer que cerremos nuestro corazón ante la vida o ante lo más importante.
Por ejemplo, después de una pelea, un hijo piensa: “Ya no quiero a mi padre, me habló de una forma inadecuada, él no me quiere”. A este pensamiento le sigue una emoción, el pensamiento se refuerza y se crea una realidad. Finalmente el hijo acaba distanciándose de su padre por el pensamiento que generó una situación y que fue reforzando una y otra vez.
¡La gran noticia es que hay algo mucho más grande que todo esto! Hay un corazón más elevado que el mismo corazón. Hay un corazón tan enorme que ama a su padre más allá de todo. Es ese corazón que le hace sentir perteneciente a la familia de cualquier forma, amando profundamente.
Aceptar a los miembros de nuestra familia sin intentar cambiarles es profundamente liberador para cualquier persona. Te coloca en la humildad, en la aceptación y sintonía con la vida.
Aceptar a los miembros de la familia tal y como son es aceptarnos a nosotros mismos, llenarnos de salud y bienestar. ¡Decirle si a la vida!
Todo esto no quiere decir que no debamos poner límites. ¡Por supuesto que poner límites es imprescindible! Es urgente poner límites que nos sitúen de manera honesta frente al otro. Es algo primordial cuando se trata de amarnos a nosotros mismos, decirnos primer “si” a nosotros mismos, permitir que nuestra voz hable, atreviéndonos a ser quienes somos…
Quizá tu corazón se haya cerrado, pero hay un corazón más profundo que dice que si, que no juzga y que acepta… ¡Es ese corazón profundo el que nos ama, el que dice si a la vida!
Devi Rodríguez
