Por Mayte Gil Sousa.- Si cada año con cada campanada pido un deseo, y al término del mismo año noto que escasamente he podido cumplir uno o dos de estos.
Son tres factores principales por lo que esto sucede, y el primero es la duda. Vamos a poner un ejemplo: imagina que estás en un restaurante italiano al cual entras movido por el antojo de comer una pasta boloñesa, te sientas y se la ordenas al mesero, pero apenas transcurren dos minutos, al de la mesa de alado tuyo le traen una ensalada, la ves y crees que es mejor porque estás a dieta, llamas al mesero y le pides el cambio, y acto seguido crees que si ya estás ahí mejor te comes un buen pedazo de pizza, vuelves a cambiar tu pedido, y cuándo ya estás saboreándolo en espera de que llegue, ves que en otra mesa están comiendo un risotto, te da tiempo rápidamente de pensar que mejor lo pruebas porque no siempre tienes oportunidad de deleitarte con ese tipo de platillos, llamas al mesero que te mira ya un poco desesperado y vuelves a cambiar tu pedido, y así tres veces más.
Al final el mesero te sirve la ensalada, disculpándose en nombre del chef, ya que no te pudieron seguir con tanto cambio de opinión, mientras tú que ya estabas con un gran antojo de ya no recuerdas ni de qué, pero sabes que no era de ensalada, te la comes, y al salir del restaurante tienes la sensación de que lo que comiste no era exactamente lo que habías querido comer al entrar ahí.
En nuestra vida el mesero es el Universo, y nosotros el cliente, podemos decidir qué es lo queremos que nos sirva, cómo se lo vamos a pedir y si es necesario hacer algún cambio sin confundirlo, para poder recibir realmente lo que deseamos, es también tarea nuestra.
El segundo factor por el cual no podemos cumplir nuestros propósitos de año nuevo es la dispersión de la energía.
Si tenemos muchos propósitos toda nuestra energía y concentración se dispersa en todo lo que deseamos cumplir, y es muy probable que hayamos cumplido muchos de los propósitos planteados al final del año, o solo algunos de ellos, pero para poder abarcar tantos le restamos valor y no resultaron tan significativos como para realizar un cambio en nuestra vida.
Un ejemplo de dispersión de energía, es como si a un niño pequeño le diéramos $1000 pesos para que compre lo que él quiera al entrar a una tienda, puede comprar solamente 2 cosas pero muy significativas, el video juego que
sueña enseñarle a sus amigos y el muñeco de la serie que está de moda, pero también tiene la opción de elegir muchas cosas pequeñitas y de menos valor con tal de comprar mucho, con el paso del tiempo lo que no representó un logro para él, el muñequito pequeño con el que no impactó a sus amigos tal vez, va a perder valor y no va a guardar la memoria de que consiguió algo importante, como cuando concentró todo su dinero en solamente una o dos cosas que anhelaba.
Eso es exactamente lo que nos puede estar sucediendo año tras año con lo deseos que tenemos o los propósitos que queremos cumplir, cuando intentamos que sean el mayor número posible.
Y el tercer factor que nos impide lograr nuestros propósitos es el planteamiento erróneo.
A veces quisiéramos lograr algo en un tiempo menor al que se requiere, como nos pasa cuando queremos bajar los 20 kilos que engordamos en el transcurso de dos años, en tan solo dos meses, o nos queremos comprar en un año la casa que soñamos sin haber aumentado el monto de nuestra cuenta de ahorros, ni nuestros ingresos actuales.
Otros deseos resultan imposibles de lograr porque ya no van con nosotros, con la persona que con el paso del tiempo somos, tal vez ya no deseo esmerarme tanto para subir de puesto en la empresa en la que actualmente trabajo porque ahora tengo las ganas de dedicarme a otra cosa que no tiene nada que ver con lo que estudié o con lo que me planteé, o deseo formar una familia pero yo sé que ya no estoy tan enamorada y la relación con mi novio por ahora no da para más, y solamente estoy repitiendo el propósito si haber hecho un análisis de que es lo que quiero realmente en este momento de mi vida.
Por estas razones el hacer el análisis de la persona que soy ahora, de mis gustos y costumbres actuales resulta primordial para plantearme nuevos objetivos, y si en el transcurso del tiempo en el que plantee mi meta, tengo que cambiar el rumbo por alguna situación, también está bien, siempre y cuando sea después de haber analizado dicha situación y no por ser objeto de mis propias dudas.