Por Isabel María Campillos Pérez.- Encontrarnos a nosotros mismos, en mitad del abismo.
Momentos en los que sólo queda soltarse, re-ilusionarse.
Escapar a ese lugar donde siempre quisiste estar, sin postergar.
Donde encuentras tu sitio, a pesar de los momentos pasados en vilo.
Esa zona donde tu alma ya no soporta, solo se reconforta.
Y sí, a veces, sólo tienes que dejar abierta la puerta que se abrió por su propia decisión.
Confiar en esa ilusión que palpita tu corazón, pasando a la acción.
Olvidar la ciencia y seguir la voz de tu conciencia.
Dar un paso a la vez y olvidar todos los pasos que huelen a fracasos.
Observando cada parada, sin más rayadas,mientras observas la preciosa fachada de tu humilde morada.
Sin dudas ni ataduras, ¡Deja de una vez las torturas!
¿Por qué será que cuando decides enceder tus ganas y brillar todo empieza a funcionar?
Y entonces, conoces el impulso que genera tu pulso.
Y ahora, ya no hay marcha atrás, porque sabes quién eres, pero sobre todo lo que quieres.
Y es que no importa tanto saber lo que desechas, sino lo que cosechas.
Para evitar flechas poco derechas, con sus consecuentes brechas.
Observa tu meta, piensa en por qué te completa, y no pares hasta conseguir- (la) neta.
Te lo prometo, eres pro-creador, deja la procastinación.
Emborrachate de ti. Vuelvete loco de remate.
Pero sobre todo, no olvides amarte ni lo dejes para el martes.
Tampoco negocies contigo empezar hoy.
No busques el momento ideal para impresionar, ni la perfecta banda sonota que tanto añoras.
El instante en el que decides cambiar es ahora. ¡Siempre son horas!
Adora el preciso instante en que dices: ¡YA!
Bendice ese segundo que haces tuyo y gritas: ¡BASTA!
De nada sirve desgastarse del todo, y llenarse con todo el lodo.
Desata tu garra. ¡Agarra tu cetro de poder y comienza a arder!
¡Quema todos tus barcos y métete en todos los charcos!
Teniendo fe en el resultado, sólo tienes que tirar el dado.
Hacer lo que te emociona por un lado, y lo demás te será dado.
Por supuesto, en el momento más adecuado.