Por Patricia González.- Llegué a la meditación cuando me sentí encerrada en mis situaciones de vida y pedí al cielo me enviara algunas respuestas. Esta rendición me permitió entrar en un estado de quietud mental en el que abandoné las ideas preconcebidas que me habían llevado hasta ese lugar que no me gustaba. En ese momento no sabía que estaba meditando al dejar que mi mente se acallara y permitirme recibir respuestas directas desde mi espíritu.
Esta fue la mejor forma que encontré para orientarme hacia la dirección que deseaba. Con el tiempo pude darme cuenta de que no se puede vivir en propósito sin darse el tiempo y el espacio para atendernos internamente.
La meditación no es una técnica dirigida a alcanzar un objetivo en particular. Su principal función es abrir el espacio necesario para escuchar nuestra sabiduría innata. Cuando escuchamos lo que nuestro ser interno desea para nosotros, nos aseguramos una profunda alineación que genera equilibrio, lo cual propicia la solución de nuestros asuntos
En esencia, la meditación es un estado de profundo reposo que nos permite conectar con ese lugar interno que contiene todas las respuestas que se encuentran mucho más allá de la actividad mental y emocional que nos confunde o bloquea.
La meditación es un concepto que escuchamos cada vez más. A medida que la vamos practicando, le vamos encontrando mayor sentido y mayor utilidad. Una vez que la hemos conocido, nos preguntamos cómo pudimos vivir sin haberla considerado antes. O sea, cómo pudimos vivir tan desconectados de nuestra propia voz interior.
Desde que llegamos a este mundo vamos incorporando información que almacenamos en la mente. Esta información obedece a la mirada terrenal y no siempre se ajusta al propósito que trae nuestro espíritu. De eso se trata el juego de la vida, de olvidarnos quienes somos realmente y seguir las ideas que escuchamos. Luego, al ver que no logramos sentirnos plenos, tenemos la posibilidad de comenzar a preguntarnos qué es lo que está sucediendo y es cuando abrimos las puertas a nuestro verdadero ser que nos habla desde lo más profundo.
Nadie puede sentirse feliz y en propósito si está guiando su vida basado en lo que ha aprendido de los demás. Solo podemos sentirnos en plenitud cuando estamos en integridad con lo que nuestro espíritu desea para nosotros y eso es único para cada cual. Nadie puede llegar a decirnos por dónde caminar y mucho menos qué es aquello que deseamos sentir.
La única manera de escuchar a nuestro espíritu es haciendo un espacio en la mente, dejando que las ideas almacenadas se abran para dejar el canal de comunicación abierto y expedito. Eso se consigue haciendo silencio externo e interno.
La mente está permanentemente analizando y evaluando el lugar donde nos encontramos. Nos dice lo que falta, lo que sobra, lo que está bien, lo que está mal, lo bueno y lo malo que hacen otras personas y mucho mas. Además de describir el presente, se pasea por el pasado y el futuro. No obstante, para alcanzar la coherencia interna no es necesario mirar el lugar donde estamos, el lugar donde estuvimos en el pasado o dónde podemos ir a parar en el futuro. La coherencia interna solo se consigue haciendo una conexión hacia arriba, hacia el cielo, o mejor dicho, hacia dentro, hacia nuestro ser mas interno de manera limpia y expedita.
Al igual que la mente, nuestros sentidos físicos también nos informan del lugar donde nos encontramos. Nuestros oídos pueden estar escuchando cosas indeseadas, nuestros ojos pueden estar mirando cosas que no queremos ver. No obstante, el presente se ha creado con la actividad que hemos hecho en el pasado. Todo lo que nos está sucediendo hoy, lo atrajimos a nuestra existencia por la frecuencia vibracional que hemos sostenido en el pasado, hasta hace algunos segundos atrás.
Para descansar, para generar un cambio o para mejorar cualquier condición, tenemos que situamos en una vibración nueva, acorde a lo que deseamos expresar desde ahora en adelante en nuestra vida. Si seguimos escuchando lo mismo de siempre, seguiremos recreando lo mismo de siempre. Para vibrar diferente no solo tenesmos que dejar de recrear lo viejo, sino que además, necesitamos elevar la frecuencia de nuestra vibración acorde a la mejora que deseamos conseguir.
La meditación nos otorga la dicha de dejar de lado aquella actividad que ha generado todo lo viejo que deseamos superar y nos permite conectar con la alegría y la dicha de lo nuevo que nos entusiasma. Si hoy estás en medio de personas toxicas, es necesario cerrar tus sentidos a esa realidad y conectar con ese espacio libre de toxicidad para sentir y crear la nueva realidad en armonía. Si hoy estás en apuros económicos es necesario que retires tus ojos de esos problemas para que puedas instalarte en un lugar libre de escasez y donde la abundancia existe.
Si no te otorgas ese espacio entre la maleza para crear ese nuevo lugar libre de ella, nunca podrás trascender lo que hasta hoy has generado en tu vida. Por eso, la conexión con tu espíritu nunca te decepcionará, ya que en tu espíritu y solo en tu espíritu encontrarás toda la abundancia, toda la paz y todo el amor que siempre has deseado. Nuestro espíritu es la conexión con nuestro ser superior que solo desea nuestro bien y de esta manera al ponerte en manos de tu espíritu, te estarás colocando en las mejores manos.
Medita, abre un pequeño espacio entre tus ideas mentales incorporadas y que pertenecen a otras personas, desatiende lo que dicen tus sentidos sobre lo que no te gusta en tu vida hoy y deja una ventana para que entre tu espíritu y te hable suave y amorosamente.
Patricia González