La universidad de Cádiz (España), junto a las organizaciones medioambientales de Francia, Reino Unido y Países Bajos, ha creado el primer sensor espacial para detectar basura marina.
Fue la propia ESA (Agencia Espacial Europea) la que pidió este artefacto, dada la necesidad de controlar la acumulación de basura en el océano a través de satélites. Aunque en principio no se esperaba que el invento triunfase, ya que la mayoría de la basura en el océano se encuentra en forma de microplásticos (fragmentos muy pequeños), los resultados han conseguido superar las expectativas:
El nuevo sensor espacial, detecta basura de tan solo un 1% de cobertura de superficie del océano.
Las aplicaciones del artefacto serán el mapeo de los puntos calientes de contaminación oceánica, la identificación de las mayores fuentes globales de basura y el control de la efectividad de las medidas tomadas para reducir la contaminación. Más adelante, también barajan la opción de utilizarlo para el rastreo y rescate de accidentes aéreos y marítimos.