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Proyecciones o elecciones del Yo Superior

Por Mª Laura Martínez Ramírez.- Hace tiempo que  me vienen pensamientos sobre cómo compaginar, si es que se puede, dos concepciones de nuestra realidad individual.

Por una parte, la de la proyección de lo que estoy vibrando por medio de mis pensamientos y emociones, y por otra la de que el Yo superior me plantea retos materializando situaciones que pone en mi vida, eso sí, dependiendo de mi vibración y teniendo en cuenta el siguiente paso para mi aprendizaje, para mi evolución.

Mi intuición me dice que ambas son la misma, o que se complementan, pero mientras que a veces resulta evidente tanto en mí como en otros familiares y conocidos que está cantado que hay una relación directa, entre por ejemplo; lo poco que te respetas y que otros lo hagan contigo, o lo poco que te cuidas para que no te cuiden…otras, no es tan claro.

¿Por qué durante un periodo largo de tiempo caigo al lado de un niño en los viajes o restaurantes? ¿por qué alguien me dice que va a venir y no viene y ni me avisa?, yo nunca hará algo así, ¿por qué hoy el médico se ha puesto a hablarme de que es cazador y me ha dado todo tipo de explicaciones de lo “buena” que es la caza? ¡A mí, que llevo 25 años sin comer carne por respeto a los animales!

Parece que hay dos maneras de ver nuestra vibración, porque en ambos casos se parte de ella:

La primera es según lo que siento. Ya hemos habado  de que la vibración del miedo, del rencor, del odio es muy baja, la más alta es la del amor incondicional, expresada en el gozo, el agradecimiento, y entre ellas las demás. Todos sabemos reconocer el sentimiento de bienestar o malestar que nos produce determinada emoción, pues eso es la vibración, y esa emoción, que viene antecedida por un pensamiento.

La segunda manera de reconocer mi vibración es por lo que atraigo. Lo que nos sucede en cada momento es lo que hemos atraído en función de nuestra vibración o lo que es lo mismo, nuestro estado de conciencia y que esta experiencia concreta la aporta el Yo superior llevado por la finalidad última de que aprendas, o evoluciones, esto nos libera de del victimismo, de la suerte o desgracia, de echar la culpa a otros.

El Yo superior sabe y nosotros también porque es parte nuestra, que si algo nos llega es porque tenemos las armas suficientes para hacerle frente, entendiendo mejor la frase tan conocida de que “lo que sucede conviene”. Pero tenemos un Yo superior y un ego, la mente o personalidad que es inferior, que al contrario que aquel que sabe de nuestra inmortalidad, cree en la muerte, ya que ésta, si desaparece tras la muerte, pero al mismo tiempo, evolucionamos a través de las elecciones que hace la personalidad.

Lo que empuja la vida en una dirección u otra no es lo que sucede (victimismo), sino las elecciones desde el libre albedrio que hacemos a partir de lo que sucede, y esto lo hace el ego, pero cuanto más conectado esté con el Yo Superior, más provecho sacaremos evolutivamente a la experiencia.

– ¿Y cómo saber lo conectado que estoy con esa fuente que representa el Yo superior?

– Por las emociones que siento al dar la respuesta.

Llegará un momento que la conexión será tal que  podremos crear las cosas conscientemente.

Mientras tanto, por el camino, vas viendo cómo vas asumiendo sin victimismos la responsabilidad sobre todo lo que te ocurre, que no culpa, porque sabemos que nada es para castigarnos, sino para aprender, y desapareciendo la responsabilidad sobre los otros, entendida como salvadores, porque reconoces que los que les ocurre también les ha llegado por su Yo Superior, que sabe de sus fuerzas. Lo que no quiere decir que haya que quedarse inactivo, sino actuar, primero mostrándoles nuestra confianza en que encontrarán la manera de resolverlo y aportando nuestro ejemplo de valor, rectitud, coherencia, viendo desde el corazón ver lo que realmente necesitan.

A veces volviendo a las experiencias que he compartido, nos vienen estas precisamente para que demos la respuesta que no nos hemos atrevido en otras ocasiones a a dar, como decir lo que se piensa asertivamente de forma firme y verdadera, pensando en el bien de todos, mostrándoles que no es correcta su actuación  y que por respeto a nosotros mismos no podemos consentir, o hacer una defensa valiente de una cusa justa, para que otro vea otro punto de vista que le haga evolucionar, o tal vez a tener paciencia…hay algo interno que te dice:

– Este es el reto, ¡atrévete!

Los niños no necesitan cosas caras y complicadas, viajes a lugares lejanos ni nada extraordinario para ser feliz, disfrutando y aprendiendo algo en cada momento. Si pudiéramos ver la vida con los ojos de ellos, tal vez confiaríamos más en la vida, en nuestro yo Superior que nos pondrá delante cada día, aunque no salgamos de una habitación, lo que necesitamos aprender al afrontar eso, precisamente eso que nos sucede ahora mismo.

Recuerdo mi viaje a la India hace años, estábamos en un ashram donde pasábamos muchas horas en meditación sin salir casi de allí, y como en sesiones de cinco horas sentados sin movernos casi de postura en alguna ceremonia religiosa, podían pasarnos tantas cosas para el aprendizaje:

  • ¿Fíjate, esa de delante tiene piojos, mira, si se ven como corren por su cabeza! – Y la de al lado no veía nada.
  • Esta alemana ocupa mucho sitio y no me deja casi espacio a mí.
  • Por más temprano que me levante para sentarme en primera fila siempre se me cuela alguien.

Y había envidias, enfados, culpas…por las cosas más nimias. No, verdaderamente no hace falta irse muy lejos para tener lecciones, viajar está bien, pero no es necesario.

Vista la vida así es como una gran aventura. Vas avanzando (aunque no te muevas de casa) y la vida, o tu Yo superior te va planificando aventuras, en función de lo que respondas, de si haces una elección más hacia el amor incondicional, hacia la compasión, hacia el actuar desde tu verdad, y superando el miedo, la propuesta puede cambiar, mucho, si no evolucionas, se repite, una y otra vez una propuesta parecida.

Si miráis hacia atrás veréis que aquello que se repetía y se repetía, dejó de hacerlo cuando te atreviste a dar otra respuesta, que por cierto te liberó seguramente de algo que el ego te estaba indicando de forma equivocada, porque él solo sabe hacer lo que le ha servido alguna vez.

A partir de ahora salgamos cada día a la vida agradeciendo cada cosa que nos ocurra y veamos toda experiencia como un explorador va viendo todo lo que se encuentra, porque es así, un gran juego o una gran aventura, y las dos cosas están hechas para divertirse y aprender.

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