Para hacer frente a los efectos del cambio climático, cuidar la tierra cultivada y, al mismo tiempo, servir como frente a los monocultivos completamente industrializaos, nace la agricultura regenerativa. Una alternativa que tiene como principal objetivo el cultivar de forma natural, es decir, sin usar fertilizantes químicos para recuperar la calidad del suelo a lo largo del proceso, y no lo contrario.
Un grupo de investigadores asegura que este tipo de agricultura almacena unas 30 veces más carbono atmosférico que uno de convencional. Este hecho se debe a que son fertilizados con productos naturales como las heces de animales o la materia orgánica del propio huerto.
Un suelo capaz de retener más el agua puede suavizar los efectos de las inundaciones y la erosión en caso de fuertes lluvias. Asimismo, esta capacidad también puede ayudar a los cultivos a soportar condiciones áridas severas, como las sequías.
En el modelo regenerativo la tierra no se labra y no se deja el suelo desnudo o sin cubierta, ni tampoco se utilizan químicos. En cuanto a las emisiones, el modelo las reduce un 40% gracias a la no utilización de fertilizantes.