Por Mª Laura Martínez Ramírez.- Nos han dicho que llega sin esperarlo, otras, que uno ha de seguir un camino difícil, complicado esotérico, con cambios de estilo incluidos, túnicas, cortes de pelo al cero…¿ Y mientras ese maestro llega?, o ¿esa oportunidad de viajar lejos para conocer al gurú que nos llevara al Nirvana? ¡Cuantas películas nos montamos! Y mientras tanto, la casa sin barrer.
Cualquier trabajo sobre uno mismo, basado en técnicas más o menos sofisticadas o exóticas, son herramientas que se utilizan como el arado sobre un tipo de campo, y ese campo si lo podemos tener bien regado, cuidado y libre de malas hierbas, mejor. ¿Cómo? Educando el carácter. Sin esta educación, cualquier técnica por muy avanzada espiritualmente que sea, no podrá hacer casi nada, como no puede un arado mover una tierra dura y empedrada.
Existe el peligro de que el ego sea alimentando, más que domado, con estas técnicas, y por ser unos virtuosos de ellas en aspectos corporales solamente, por ejemplo, considerarse unos verdaderos guías espirituales para otros.
También podemos utilizar la analogía de los cimientos de la casa, que estarían formados por valores, de todas las culturas y de todos los tiempos. Así mientras esperamos, podemos vivir el día a día, pendientes en todo momento de al menos intentar:
-Tener buena voluntad, buena intención, el actuar pendientes de no herir a nadie, porque en nuestro sentir ha de estar, el pretender el beneficio para todos los seres. Y si en esa buena intención hay que decir o hacer algo a alguien que le pueda doler, desde el respeto a él y a mí, utilizar para esos momentos el discurso asertivo y compasivo.
– Comprobar, a qué dedicamos nuestro tiempo. Si los mayores periodos están en consonancia con nuestro verdaderos pensamientos y sentimientos de lo que son nuestras prioridades. A veces decimos que no tenemos tiempo para esto o para aquello, y en realidad estamos hablando, de que estoy utilizando el poco tiempo que tengo en cosas que no me satisfacen, que no me nutren y lo que es peor, seguramente tampoco le sirves a nadie verdaderamente. Está bien analizar por la noche a qué he dedicado mi tiempo y cómo me siento con ello.
– El uso de la sinceridad, la verdad, pero cuidando la necesidad del ego de tener siempre razón, que enlaza con la tolerancia, y el respeto a los otros,
– El servicio desinteresado y con ello la voluntad. Pero cuidado con ir de salvadores. La “victimítis” es la mayor plaga en el planeta en la actualidad, por todos sitios salen víctimas y salvadores que son alimentados por el mismo ego el del pobre de mí y el del buenísimo, si estamos alimentando víctimas para hacerse cada vez más víctimas y que les sigan dando, cuando ellos podrían hacerlo por ellos mismos, no estaremos beneficiando a nadie, ni a ellos, ni a nosotros. Nuestro cuerpo nos dice cuando nos estamos cargando demasiado, porque perderemos la alegría y la energía.
– Y es que hay que cuidar que esto y más, ha de hacerse aderezado de buen humor y sentimiento de gratitud, si esto no se da, es que el ego ha tomado parte. Entonces reconocer y aceptar que no somos perfectos humildemente, pero nunca dejarnos arrastrar por la negatividad, el mayor de todos los peligros, para lo que solo hay un antídoto, la aceptación primero, el cambio de discurso intentando ver lo positivo en cada situación y el dar gracias por todo esto.
– Si vienen las mayores crisis, reconocerlas como momentos valiosos que nos van a mostrar lo que el ego no nos ha dejado ver antes, porque en esos momentos de tanta verdad, este se tiene que apartar, porque no sabe que hacer y entonces podemos buscar el valor necesario en el convencimiento de que todo será para bien y mantenernos aleta para ver la realidad más profunda de esa cuestión e integrarla y con ello evolucionar.
Quién sabe si mientras tanto nos llega el Samadhi, el Nirvana, la conexión con el Espíritu Santo o el Yo superior…