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¿Qué has aprendió tú durante esta pandemia?

Por Mª Laura Martínez Ramírez.- He oído hacer, he hecho, y me he hecho esta pregunta muchas veces durante esta pandemia.

Para que cada uno juzgue, añada o se identifique con lo que positivamente ha sido su realidad al respecto, lo que de verdad siente que ha supuesto un avance en su propio aprendizaje  y en el de otros como sociedad, paso a exponer algunos:

Muchos han descubierto que estar en casa en soledad no es pasarlo mal, ese miedo que les hacia salir a cualquier sitio de forma compulsiva, huyendo de que ese sentimiento apareciera, al tener forzosamente que vivirlo y entrar de lleno en él, se disipa. Hablan entonces de que incluso lo han pasado bien con ellos mismos, dejándose sentir realmente en sus verdaderas necesidades. Como de limpieza y orden interior, manifestándose externamente en abrir cajas, cajones, armarios y revisar lo que ya no les vale, lo que ya no son ellos. Con esta limpieza y vivir de forma coherente con lo que yo soy y siento, sin tener que aparentar nada ni dar una imagen falsa ante los demás, de ese reconocimiento se ha salido fortalecido.

Fruto de esta vivencia interna se manifiesta externamente como todos los oficios que arreglan cosas de casa (ver también como reflejo de mi), carpinteros, fontaneros, electricistas, pintores, tintorerías, etc., han tenido un exceso de trabajo después. ¡El tapicero me da cita para dentro de seis meses! La gente quiere arreglar y ordenar más que comprar y acumular. Así, se ven más claro los trabajos que son verdaderamente necesarios y los que no, de esa afluencia de clientes se produce un equilibrio en los ingresos de estos profesionales más acordes con lo que es, si algo satisface necesidades fundamentales, debería estar bien pagado.

En esta línea, de dedicarle tiempo a lo de adentro, de ver realmente lo que uno necesita, porque nos podemos escuchamos más, se regresa a la cocina tradicional, a hacer la comida con amor para todos. No tiene la misma energía algo cocinado rápido y de forma mecánica, que lo que se hace tranquilo, buscando que el alimento  resulte satisfactorio con lo que tu sientes que necesitas y tal como has recibido de tus ancestros, de tu cultura.

Apreciamos más el campo, al empezar a poder salir a zonas próximas, se aprecia que no quedan bicicletas en el mercado y las casas rurales disponibles y los camping  se llenan.

Mucha gente descubre que puede trabajar desde casa y esas empresas empiezan a considerar seriamente lo que antes no había ni habían pensado, que puede ser incluso también rentable para ellas.

De esta forma muchos vuelven a sus pueblos, o a otros, simplemente por la calidad de vida, por el aire puro, por el contacto con la naturaleza, etc. Con menos desplazamientos, las grandes ciudades también pueden descongestionarse, y al existir menos inquilinos los precios de los alquileres bajan. Estos traslados al lugar de trabajo, muchas veces durante horas al día, se evitan ganado ese tiempo en ocio en la naturaleza, huertos, actividades campestres, artesanía, etc., en especial aumentan relaciones familiares y sociales, de modo que el tiempo de calidad mejora. Muchos dicen que se han unido más las familias. Oímos como pueblos que estaban muy abandonados cobran vida, incluso que se reabren escuelas porque vuelve a haber niños.

Los padres se dan cuenta que la escuela no es solo un “aparcaniños”, la innecesariedad de tanto tiempo en ella, que aunque se puede conseguir una instrucción fuera, el niño necesita ir al colegio más que para conseguir conocimientos, para educarse en la dirección de poder vivir felizmente en sociedad.  Su crecimiento personal y social, depende en gran medida de convivir con iguales, porque los vínculos del crecimiento compartido, que son propiciados por la interacción presencial, son fundamentales para crecer como persona en una sociedad con derechos y obligaciones.

También se consiguen reivindicaciones largamente pedidas por los docentes como la reducción de la ratio. Y el aumento de profesores para que los niños puedan verdaderamente tener una educación individualizada cuando el profesor puede tener tiempo para conocer y atender a sus necesidades.

Otros dicen que han aprendido a tener fe, paciencia, a reinventarse, etc. Pero lo que muchos han tenido que aprender, es acercarse a la muerte, todos los días, a todas horas los medios de comunicación nombrándola. Esa que tanto se ha evitado con huidas  de todo tipo, viajes, comprar compulsivas, espectáculos… y tantas cosas que verdaderamente no se necesitaba en esos momentos, solo por no enfrentarse a esa realidad, pero que una vez que al igual que con la soledad te ves obligado a enfrentarlo, te das cuenta de que en el centro del miedo, como en el ojo del huracán, hay quietud y serenidad. Comprendes que la adversidad te hace crecer y reconoces fortalezas que no sabías que tenías.

Otros dicen que han aprendido a ser más críticos con las autoridades, lo que aparece en los medios de comunicación, con las multinacional farmacéuticas, y se preguntan:

¿quienes controlan esas informaciones?, ¿por qué solo hay un mensaje único?, ¿qué intereses pueden estar detrás, de ese control que ejercen generando miedo?, y empiezan a desconfiar de “todo” lo que genere miedo, porque saben que es un medio de control.

Ha puesto de manifiesto lo poco conectados que estamos con nuestro interior que nos habla mediante la intuición, para reconocer la verdad. Nos han enseñado a creer en autoridades y no en  nosotros mismos, el propio sentir, por eso nos hemos encontrado tan desorientados, sin saber a quién hacerle caso. Esto conlleva un riesgo grande de ser manipulados. La lección sería enseñar desde el colegio a las personas en el librepensamiento, a no perder esa conexión con su interior que tienen los más pequeños, que es la semilla de la libertad.

¡Quién sabe cuántos han muerto de coronavirus o con coronavirus! Reflexiono yo ahora sobe el descubrimiento después de la Segunda Guerra Mundial de la muerte de niños en hospicios por falta de contacto y  afecto, lo que se llamó Hospitalismo Psíquico. Hoy  me pregunto si lo que le es indispensable a un ser humano cuando lega al mundo no es lo mismo  que necesita cuando está cerca de irse. ¿Cuántos ancianos han muerto por esa falta de afecto y no por un virus? Démosles valor a esos ratos de compañía.

Termino diciendo que saldrán muchas más lecciones de esta experiencia tan importante que harán cambiar hábitos de vida, por lo pronto ya se ve como muchas cosas que estaban desequilibradas, excesos de masificación en espectáculos, en horarios  o alimentos poco sanos, de compras excesivas… se reducen. Muchas caretas caen.

Volvamos la vista atrás a esa primavera sin gente, que floreció y regeneró mostrándonos lo poderosa que es la Tierra.  Confiemos en la vida, que nos lleva, y para el que quiera, recordar que la creencia es lo que crea. Por eso, que nos mueva la expectativa de lo que queremos conseguir y no el miedo de lo que puede pasar si no se consigue.

Yo pongo mi creencia en que la mayoría saldremos de esto sin crisis, sino fortalecidos en todos los sentidos.

¿Y tú, que has aprendido durante esta pandemia?  ¿En qué pones ahora la creencia?

 

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