Por Mª Laura Martínez Ramírez.- En nuestro proceso de evolución, llegaremos al fin, a interiorizar lo que tantas veces hemos oído, “que todos somos uno”.
¿Pero en la práctica, eso como se vive?
Primero indagando en nuestro nivel de sensibilidad. Respetando nuestro proceso personal, pero sabiendo que conforme avancemos nos haremos más y más sensibles. No estamos hablando de la blandura de carácter que cede ante todo, ni del llanto caprichoso de baja tolerancia a la frustración, estamos hablando de sentir al otro como nos sentimos a nosotros mismos, en esto se incluye no solo los congéneres, también todo lo que existe en el universo, de modo que sea lógico desear, “que todos los seres sean felices”
Es comprender, y sentir las emociones del otro, y es querer ayudar para dejar de sentir dolor por él. Entendiendo en el “amarás a tu prójimo como a ti mismo” a todos y a todo.
En ese proceso, cuando son muchos ya los que experimentan esa realidad, será comprender el colapso de los sistemas políticos que se han ido dando desde el siglo XIX (capitalismo, socialismo), que no han logrado liberar, dignificar y ayudar en sus potencialidades a todos, para pasar a otro más colaborativo, menos piramidal, más en red, donde pequeñas estructuras con autonomía propia se van uniendo unas a otras, de modo que no haya un poder central que propicie el abuso.
Al tiempo, este nuevo sistema político en algún trozo de esa red, se hará responsable de que a ningún ciudadano le falte lo básico, irán desapareciendo muchas de las asociaciones voluntarias de todo tipo, que aunque con buena intención, y a falta de un estado concienciado de su importancia que cubra ese agujero, han intentado paliar injusticias, pero este modelo está basado en un desequilibrio, en la superioridad del que da y la inferioridad del que recibe, cayendo al final en el modelo social de víctimas y salvadores que tanto le gusta al ego.
El bueno, el salvador, cargado de hipersensibilidad egoísta, al contrario que el malo por ignorante, que es insensible, y que tendrá que aprender según este Karma, aquel con su buena fe, intenta ayudar a que alguien avance, dando un paso que no ha logrado por sí mismo, puesto que no ha recorrido lo anterior, con lo que dificulta más que facilita, al actuar en la vida de los demás, sin que se lo hayan pedido, obstaculiza el proceso evolutivo, que es único para cada persona.
Cierto que hay que vivir esto como una lección más y una vez reconocido el error, muchas veces, porque vemos que lejos de agradecernos se enfadan con nosotros o nos tratan mal, entonces es momento de ir hacia la sabiduría de los seres más evolucionados, que ya han aprendido a no dar ayuda si no se la piden, actuando desde una desensibilización egoísta, desde su centro, respetando el proceso de cada cual, sin intención de ir más allá de donde se encuentra ese ser en el colegio del mundo, en su camino de evolución.
Poco a poco, nos iremos encaminando a dejar de ser salvadores, y se irán asumiendo esas cargas sociales por toda la sociedad, no se dejarán a la voluntad o generosidad de unos cuantos, aspectos tan importantes como los que hoy asumen por ejemplo Aldeas Infantiles, cuando es el estado el que debe regular y asegurar servicios de bienestar social imprescindibles para una sociedad evolucionada, y no dejarlo en manos de voluntarios, a veces mal preparados y pagados. Con la imposibilidad de regular quienes son los que reciben eso, unos reciben triple y otros nada…
Es también salir de mi egoísmo, de estar centrado en mis derechos, para pasar a hacerlo en los del colectivo.
¡Es pagar tus impuestos sin trampas! Es estar dispuesto a pagar más impuestos para que cubran las necesidades de todos, con el deseo de cuidar, más que donativos a asociaciones benéficas que no pueden ser equitativas por su propia naturaleza.
Es que no te importen los logros materiales, porque eso ya sabes que no te lleva a la verdadera felicidad, si sufres con el otro, ¿de qué te vale tener tanto?
Es intentar ayudar y saber, para poder ayudar, especialmente en problemas mentales, el conocimiento valdrá más que el dinero.
Es no seguirles el juego a empresas multinacionales que te incitan al consumo y a bancos que se enriquecen contigo, sin saber cómo y dónde utilizan tu dinero
Es la renuncia a derechos que aunque lícitos, nos sacrificamos voluntariamente para que les llegue a todos, para defender injusticias. Dejando de utilizar o hacerlo en menor medida, aunque podamos permitírnoslo, a un tipo y cantidad de energía o materiales contaminantes, también lo veremos en otros productos, como los alimentos que no son de proximidad, que conlleven sufrimiento animal, o en los que sabemos que al realizarlos no se respetan los derechos humanos o están hechos con materiales tóxicos, por muy baratos que sean, en otros servicios públicos, como transportes, o la sanidad, no utilizándola si no es estrictamente necesaria, para que pueda haber para todos, etc.
Es sacar de la sombra todo lo que no ha ayudado a que todos nos sintamos uno, o no haya funcionado en ese sentido, como la religión que venía a religar, y se ha convertido en fuente de abusos, de separación, los sistemas políticos totalitarios, todo lo que separan por países o regiones, como los deportes de competición.
A veces es más sabio decir no, eso produce una frustración en el otro, y puede entenderse como que se le perjudica, pero es la intención de no hacer daño, en ese momento o a la larga, lo que marca la diferencia que a veces no vemos clara desde fuera. La intuición es más rápida que la mente y más certera, ante la duda, mira lo primero que te viene y actúa rápido, antes de que entre el ego.
El amor es todo lo que une, lo sabrás por el sentimiento de paz y alegría. No funcionará nada al final, que no vaya en esa dirección. Basta con presentarnos al mundo con buena intención, pero esa que no lleva carga del ego, con disponibilidad, pero respetando los procesos de cada uno, y para comprobarlo estar muy atento al sentimiento de vuelta, la serenidad de corazón, la “paz a los hombres de buena voluntad”.
Todo lo dicho se resume en el mantra hindú de la compasión, escrito en sánscrito, que nos inspira a que en la vida diaria procuremos no hacer daño, ni al medio ambiente incluidos humanos y animales, ni al universo entero, fomentando la cooperación y la armonía.
Mantra: Lokah Samastah Sukhino Bhavantu. Que traducido significa: Que todos los seres en todas partes sean felices y libres, y que puedan mis pensamientos, palabras y acciones, contribuir de alguna manera a alcanzar la felicidad y la libertad de todos.