Por Ramiro Calle.- Dejadme, amigos, que una vez más tome la foto de Emile y sus llamativos ojos dorados. Esta oda maravillosa de Pablo Neruda es para todos los gatos del mundo. Se merecen respeto, cariño, atenciones. Vivo cerca del Retiro, donde cuando paseo veo infinidad de gatos. Desde este facebook quiero felicitar muy calurosamente y desde el corazón a la asociación que se hace cargo con tanto amor de estos gatos que adornan hermosamente el parque y reprender sin acrimonia a esos dueños de perros que permiten que éstos se lancen sobre los gatos, les aterroricen y se vean obligados a subirse a los árboles.
Los gatos son más respetuosos, jamás se lanzan contra los perros ni les persiguen o intimidan. No es debilidad, sino prudencia, que es la que deben tener los dueños de perros que llevan a estos sin el menor control ni vigilancia. Al fin y al cabo, igual que los niños se mimetizan con los buenos o malos hábitos de sus padres, tambien los perros con respecto a sus dueños. Como cantó Roberto Carlos: «Seamos civilizados como los animales».
Así será bueno para todos que el toque del llamado ser humano (que muchas veces de humano nada tiene) no los incivilice. ¿Conoceis, por cierto, el cuento del perro consejero de un monarca? El rey tenía cuatro consejeros: tres humanos y un perro. Se descubrió la pocima de la inmortalidad. El monarca consultó a sus consejeros si debía tomarla. Los tres humanos le aconsejaron que no lo dudara ni por un momento, en tanto que el perro le dijo: «No la tomeis, señor. ¿Qué objeto tiene vivir para siempre sin los seres queridos?». El monarca expulsó a los tres consejeros humanos y se quedó con el sabio consejero-perro. Y a continuación la Oda de Pablo Neruda. Leedla y pasadla a los otros, tengan gato o no.(La foto es de Nacho Vidal Morán, cuyo facebook recomiendo y donde hay cientos de fotos magníficas, buena parte de ellas de la India, país por el que Nacho y y o compartimos una gran pasión).
ODA AL GATO
Los animales fueron
imperfectos,
largos de cola, tristes
de cabeza.
Poco a poco se fueron
componiendo,
haciéndose paisaje,
adquiriendo lunares, gracia, vuelo.
El gato,
sólo el gato
apareció completo
y orgulloso:
nació completamente terminado,
camina solo y sabe lo que quiere.
El hombre quiere ser pescado y pájaro,
la serpiente quisiera tener alas,
el perro es un león desorientado,
el ingeniero quiere ser poeta,
la mosca estudia para golondrina,
el poeta trata de imitar la mosca,
pero el gato
quiere ser sólo gato
y todo gato es gato
desde bigote a cola,
desde presentimiento a rata viva,
desde la noche hasta sus ojos de oro.
No hay unidad
como él,
no tienen
la luna ni la flor
tal contextura:
es una sola cosa
como el sol o el topacio,
y la elástica línea en su contorno
firme y sutil es como
la línea de la proa de una nave.
Sus ojos amarillos
dejaron una sola
ranura
para echar las monedas de la noche.
Oh pequeño
emperador sin orbe,
conquistador sin patria,
mínimo tigre de salón, nupcial
sultán del cielo
de las tejas eróticas,
el viento del amor
en la intemperie
reclamas
cuando pasas
y posas
cuatro pies delicados
en el suelo,
oliendo,
desconfiando
de todo lo terrestre,
porque todo
es inmundo
para el inmaculado pie del gato.
Oh fiera independiente
de la casa, arrogante
vestigio de la noche,
perezoso, gimnástico
y ajeno,
profundísimo gato,
policía secreta
de las habitaciones,
insignia
de un
desaparecido terciopelo,
seguramente no hay
enigma
en tu manera,
tal vez no eres misterio,
todo el mundo te sabe y perteneces
al habitante menos misterioso,
tal vez todos lo creen,
todos se creen dueños,
propietarios, tíos
de gatos, compañeros,
colegas,
discípulos o amigos
de su gato.
Yo no.
Yo no suscribo.
Yo no conozco al gato.
Todo lo sé, la vida y su archipiélago,
el mar y la ciudad incalculable,
la botánica,
el gineceo con sus extravíos,
el por y el menos de la matemática,
los embudos volcánicos del mundo,
la cáscara irreal del cocodrilo,
la bondad ignorada del bombero,
el atavismo azul del sacerdote,
pero no puedo descifrar un gato.
Mi razón resbaló en su indiferencia,
sus ojos tienen números de oro.