Por Silvina Garrido.- Para un escritor o alguien que ame la escritura, la palabra es todo. Sin embargo, para mí no.
Esta mañana ha surgido una frase en mi interior. Algo así como un sentir que viene de otro lado y que me atraviesa, como si fuera una brisa suave que penetra todos mis poros o células. Y la frase era: «La palabra no es el amor, es el silencio, de donde surgen todas las palabras».
Más allá de las palabras hay un lugar único de donde todas las palabras surgen: el silencio.
Si tú me preguntaras qué es el silencio, me surgirían ganas de decir que es todo. Es ese lugar común sin límites, que todo lo abarca, que todo lo abraza, que todo lo contiene. El silencio es.
El silencio es lo que está más allá de todo. Por eso la palabra no es el amor. El amor es el silencio de donde surgen las palabras. Porque el silencio tiene voz y habla cuando aceptas la inmensidad del Ser que Eres.
Si quieres seguir sintiéndote limitado, pequeño, creyendo controlar la vida, manipulando, dirigiendo…puedes seguir soñando y no pasa nada. Pero en algún momento de la vida uno renace.
Yo renací próxima a mi quinta década. Fue un antes y un después. Un re-nacer en la Isla de Pascua. Y fue literalmente allí, en el ombligo del mundo. Esa isla chilena en medio del Océano Pacífico fue el espejo de la inmensidad en Mí, del ser ilimitado que Soy.
Pascua significa paso o salto y yo salté a la vida. Porque antes sólo sobrevivía en un mundo de luchas y sacrificios, de búsquedas inalcanzables de la felicidad en «algo» siempre «a conseguir». Busca pero no halles es el lema del ego y «esta forma» lo ha cumplido al pie de la letra.
Sin embargo, al mirar «para atrás» -si es que hay un atrás posible- veo este re-nacer en Pascua, como el renacer de cada día que la vida nos ofrece día a día, momento a momento para morir a la idea ilimitada de creernos persona, cuerpo, y abrirnos a lo ilimitado, lo bello, lo eterno.
Es por eso que vuelvo al silencio. La sabiduría proviene de allí, de ese estar en el interior, soltando lo superfluo, las imágenes, las creencias, para sumergirnos en el Ser…para renacer en él.
Por eso no amo la palabra, sino el silencio…por ser el lugar de donde provienen todas las palabras.
Amo el silencio por ser el lugar en donde renacemos al ahora…a lo eterno.