Un equipo de investigadores de la Universidad de Granada ha descubierto cómo los constructores mayas lograron que sus edificios y retablos perduraran en el tiempo.
El secreto se encontraba en los morteros de cal que mezclaban con extractos de plantas y que dotaban a los materiales de una resistencia excepcional, como han comprobado los científicos mediante técnicas modernas de microscopía electrónica y difracción de rayos X.
En concreto, los antiguos morteros y estucos de cal de Copán incluían compuestos orgánicos y un cemento de cristales de calcita con características nano y mesoestructurales similares a las de los biominerales de calcita que usan los moluscos.
Estas prácticas todavía se siguen utilizando por la población local descendiente de aquellos pueblos, quienes mezclan la cal con determinadas savias sacadas de las cortezas de los árboles.