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Sonreir abre caminos

Por José Antonio Cordero.- Levantarse para salir a trabajar, o para reunirse con la familia y amigos, se aconseja arreglarse adecuadamente para no desentonar con la cultura que predomine.

Hay ciudades que son netamente empresariales en donde la vestimenta es un requisito fundamental, ir adecuadamente vestido es una regla del juego.

Son muchas las empresas que obligan a sus trabajadores a sonreír a los clientes, y que ni el cansancio y ni estrés sean inconvenientes para sonreír. Para los buenos observadores las sonrisas forzadas se notan enseguida, pero siempre es preferible sonreír teatreramente que mostrar una desagradable mala cara de enfado.

Sonreír abre caminos y facilita la conversación, incluso una persona malhumorada y que está forzando la sonrisa podría cambiar de actitud y alegrarse si su interlocutor promueve alegría, pero si muestra enfado el cliente procurará hablar poco y marcharse lo antes posible. Esto quiere decir que hasta un pequeño esfuerzo por ser agradable puede cambiar muchas situaciones. Ahora bien, como se junten dos personas con sonrisa teatrera ninguna sacará nada positivo de la otra, porque la alegría no se promueve ni se contagia desde la cara.

En las escuelas de teatro se enseñan las diferentes formas de sonreír, y cuando eres un buen artista puedes imitar muy bien la sonrisa que convenga.

Cuando se vuelve a casa y se cambia la vestimenta se muestra la realidad personal, y el estado interno puede ser aún peor que cuando se salió de ella. En el hogar no se admiten falsedades a no ser que convenga para evitar una tormenta con rayos y truenos, pero falsear un estado de ánimo no puede hacerse por muchos minutos, porque el hogar se contagia de aquello que vibra por dentro, sea excitación nerviosa o alegría del corazón.

En el trabajo como en el hogar se respira el estado de sus habitantes. La sonrisa forzada es como la aspirina para la fiebre, la baja pero el mal interno sigue. Las carencias de alegrías reales se perciben enseguida.

Las clases para sonreír requieren tocar las fibras sensibles de la felicidad interna, de otra forma sería un acto teatral.

Se puede ser feliz sin dinero, se adaptan las necesidades y si se pasa frío pues nada, y si hay hambre a morderse la lengua y a sonreír, queremos decir que la felicidad plena no se obtiene donde hay carencias. Eso no quiere decir que para ser feliz hay que tener dinero, porque un pobre puede ser más feliz que un rico. Pocos ricos sonríen como los niños de la foto, que precisamente no muestran riquezas, pero sí una alegría preciosa.

El propósito de la vida es la felicidad, ser feliz es una necesidad para trabajar y una obligación para vivir en familia.

Hay una sonrisa interna que no tiene muesca labial pero se refleja en todo el cuerpo, esa es la sonrisa del estado de Bienaventuranza o Felicidad concentrada, que habita en la profundidad de la Conciencia pura. Es la auténtica felicidad.

La felicidad es un estado interior, es un manantial de alegría y como todo manantial nace en zonas profundas, no visibles.
La aceptación de la realidad con la que se vive es una buena vestimenta para adaptarnos a vivir mejor. La auténtica felicidad está en la desnudez del alma, en la pureza de la conciencia.

CITA CON LOS GRANDES

“Deja que mi alma sonría a través de mi corazón y que mi corazón sonría a través de mis ojos, para que pueda esparcir ricas sonrisas en corazones tristes”.-Paramahansa Yogananda.

*Nota del Boletín: Cuando dice “Deja que mi alma” no se refiere a una solicitud o ruego a un persona. Esta expresión es propia de un alma profunda que disfruta del estado de devoción hacia el Creador y solicita que su vida sea un instrumento de la FELICIDAD DIVINA para que a través de su alma comience a fluir y luego llegue y llene el corazón, y así esa alegría pasará a los ojos como a todo el cuerpo. Es muy importante saber que las suplicas son efectivas en el estado del merecimiento y no en el nivel de los deseos.

“Las sonrisas más auténticas son aquellas que se esparcen en nuestras caras cuando nadie nos está mirando”. – Minhal Mehdi

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