Por Beatriz Martin Polo.- No hay forma, no se quiere comprometer conmigo- me solloza en medio del drama una amiga mientras tomamos un café.
Dice un gran maestro que el amor se siente, pero que también se piensa. Y se piensa o se debería pensar desde el inicio de las relaciones, de este modo nos “esforzaríamos” mas en elegir bien con quien comenzar una historia de pareja.
Parece frío y alejado del amor que tenemos establecido como el bueno, ese cegador que se mueve por pasiones, pero, dice ese mismo maestro que la pasión es ciega, el amor no y por ello hay que poner mente a ese sentimiento que tenemos.
Estando mas o menos despiertos podemos llegar a delinear un escueto boceto del que seria nuestra pareja ideal, al menos de las características básicas que tendría que tener, somos exigentes a la hora de “pedir” al universo esa pareja que reúna cada uno de los dones que queremos para nosotros. Pero querer algo no hace que sea lo mejor para nosotros. Entonces… ¿Cómo saber qué es lo mejor para nosotros?
Lo mejor para nosotros es lo que cubre las necesidades de nuestro ego? Son ese tipo de cuidados que llenan vacíos internos?
Cual lista de la compra anotamos lo que pedimos: que sea atento, cariñoso, varonil o femenina, que le guste cocinar… y con la misma facilidad que escribimos lo que queremos, vamos dando DELETE al empezar a intimar con alguien… porque si nos mostramos muy exigentes puede que me rechace y puede marcharse… aso que es mas fácil pensar en tejer una buena y mullidita tela de araña en la que se quede atrapado disfrutando de la perfecta vida que le estamos proveyendo y que después, ya cuando lo tengamos loquito por nosotros, empecemos con el plan b, cambiar lo que no nos gusta de el para poder moldearlo a nuestro antojo, aunque suponga anular lo que es en esencia.
Al final lo de menos es que cambie su habito de no bajar la tapa del water para de ese modo contribuir a la armonía familiar, de lo que se trata es de diferenciar que “cambios” son lógicos y que ayudan al equilibrio entre dos personas que vienen de diferentes lugares y quieren acoplarse para andar su camino y que cambios son propios de la parte esencial de la persona. De manera que no podemos pedir a nuestra pareja que sea amoroso y nos abrace siempre que nos ve si es algo que no forma parte de su forma de conectar y comunicarse con los demás, no podemos reclamar que sea detallista y recuerde las fechas importantes si es una persona que tiene la idea clara de que el amor se demuestra cada DIA…
En definitiva, querer cambiar a alguien es un claro error que reconocemos, pero que, una vez nos metemos en harina, somos incapaces de controlar, y nos descubrimos diciéndole a nuestra pareja eso de… – no bebas mas que te vas a emborrachar – Deberías hacerme mas caso – o… – ya no me dar cariño como antes…
Fíjate que se une varias cosas en todo esto, la idea oculta que tenemos dentro de que podremos cambiar al otro, y tiempo después del comienzo de la relación, el reclamo viene ha hacerse porque queremos uy reclamamos que senos de lo que al inicio de la relación, cuando todos hacemos alarde de nuestras cualidades mas o menos acertadas para atraer la atención y cariño del otro.
Nos sale caro no ser auténticos desde el inicio… luego nos vemos de bruces con esa temida frase de – ya no eres lo que eras antes, has cambiado…- claro, cambias hacia lo que realmente eres porque es insostenible ser alguien que no eres mucho tiempo, finalmente estalla en algún modo, o bien con la pareja que ya no cree reconocer a la persona de la que se enamoro o bien somatizando y llevando lo interno a lo externo a modo de enfermedad…
Y engrane en este momento a ese tema tan en auge últimamente, la coherencia o falta de coherencia. No somos coherentes con los demás porque no lo somos con nosotros mismos, porque ni siquiera sabemos lo que queremos, y usando lo sabemos lo tapamos por miedo a que nos abandonen, con lo cual no seamos lo que somos y nos reprimimos, y cuando reprimimos acabamos somatizando o estallando en ira.
El cuerpo es sabio, uy lo que no ves por ti mismo de forma sencilla intenta enseñártelo con dolorcitos varios, que normalmente pasamos por alto, hasta que el dolor se hace insoportable y a pesar de poner remedios, no tenemos del todo curado el cuerpo físico… es increíble descubrir como un conflicto con el territorio puede afectar a los pulmones o la afonía al la comunicación…
Decíamos al inicio que si el amor se piensa y elegimos bien con quien nos relacionamos para poder intimar, entonces nos evitaremos somatizaciones y dramas posteriores cuando descubramos que por no respetar nuestras esencias y necesidades básicas, optemos por quedarnos con cualquiera, a costa de anularnos, cuando lo mejor que puede pasarnos es que si alguien no quiere estar Con nosotros, se marche. ¿Parece una ironía verdad? Queremos adaptarnos a una persona que no quiere que seamos de una determinada manera para que no se marche, en vez de poner en prioridad que ha de respetar como somos sobre y frente a todas las cosas… a veces pienso que el ser humano es increíblemente inconciente de todo lo vale y ha de hacerse valer
Palabra de Ego: si me esfuerzo y lucho por esta persona, seguro que podré hacer que quiera cambiar para que yo sea mas feliz.
Palabra de Ser: Si me muestro como soy reconociéndole mis limitaciones y carencias, conseguiré que si es la persona que me merezco se quede a mi lado y que, de no ser así, lo mejor que pueda hacer por mi es marcharse.