Por Isabel María Campillos Pérez.- Qué rico sabe el café cuando lo tomas tranquil@.
No tengas prisa.
Aprende a tomar conciencia de tu velocidad natural.
Tu ritmo biológico es diferente al de la persona de al lado.
Aunque vivamos acostumbrados al insano estrés, eso no es lo armónico.
Adopta las revoluciones en las que te sientas cómod@, tu naturalidad no debe ser como la de los demás.
Hay veces que querrás meter tercera y otras quinta, no pasa nada.
Pero aprende a dosificar tus cargas y a amortiguar tus golpes.
Frena, cuando lo necesites.
Acelera, cuando el corazón te obligue.
Se tú siempre y siempre estarás bien.
No se trata de llegar a ningún sitio, alcanzar… cuantas veces nos meten eso en los sesos?
Alcanzar el que?
Para qué tanto correr?
Si lo único que podemos agarrar y estremecernos de amor y placer es a nosotros mismos.
Si lo permanente que tenemos es nuestra divina presencia.
Si lo que se escapa es cada momento.
Vuelve a sintonizar con la vida que lates con cada respiración.
Ohhh siii estas viv@!!!
No crees que podrías disminuir la marcha mental y dejar de pensar?
En eso que quieres alcanzar… en eso que estas organizando… en eso que recorre tu mente desordenada.
Date regalos a menudo:
Momentos para ti, esos que hace tiempo que no te regalas.
Es maravilloso.
El café sabe más delicioso cuando decido regalarle mi tiempo.
Sin perturbaciones de mi ego, sin proyecciones de algo que no soy.
Sabe hasta más dulce, más apetitoso.
Y no importa lo que pase alrededor cuando mi profunda calma me abraza.
Todo está bien, todo ocurre para tu sanación.
Todo se ordena y desordena para que alce al ser cada vez.
A mi niña interior,
a mi inmensa mujer.
A mi sabia anciana,
A mi yo esencial.
Allá donde leas esto, mima tu vida.
No todo son obligaciones ni maratones.
Pisa el freno de tu mente,
enciende el motor de tu corazón.
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