Por Halmar Ordoñez.- Desde nuestro primer aliento empezamos a alimentar nuestra experiencia humana con la realidad física. Es un aprendizaje que nos lleva a apreciar la vida pero al mismo tiempo nos desconecta de nuestra realidad no física o espiritual. De cierta forma somos una consecuencia de nuestro entorno pero al mismo tiempo somos capaces de trascender a nuestra realidad basada en las experiencias pasadas a través del re despertar de la conciencia.
A pesar de que la conciencia esta permanente en nosotros el libre albedrío nos permite desasociar o al contrario compenetrarnos completamente con la conciencia universal. Esto determina si tenemos una vida plena de paz, felicidad, entendimiento y compasión o una vida llena de sufrimiento, resistencia, incomprensión, conflicto y demás. Estemos plenamente consientes, inconscientes o cualquier nivel intermedio entre ambos extremos, experimentamos todos los matices de la experiencia humana entre el dolor y el placer.
La diferencia principal radica en la manera en que la conciencia o inconsciencia permiten encarar los acontecimientos sean estos negativos o positivos. ¿Qué hace que algunas personas se repongan a la perdida de una persona amada y continúen con el mismo o inclusive mas amor y agradecimiento hacia la vida y que otras comiencen un ciclo interminable de sufrimiento y rencor hacia la vida y lo que tiene que dar? La diferencia principal radica en el entendimiento de las realidades duales del ser humano. Cualquiera que sea la experiencia es como debe ser.
Esto puede sonar para algunos como la salida fácil a la comprensión de los fenómenos psíquicos del ser humano, la verdad es que toda experiencia lleva al re despertar de la conciencia. Cuando un tipo de experiencia persiste en nuestra vida es que la lección no ha sido aprendida aun y nos acompañara hasta que penetre la totalidad de nuestras realidades. Si vemos objetivamente al ser humano, su camino evolutivo y su relación con su hogar (la tierra), nos damos cuenta que hemos elegido un camino que nos aleja de nuestra realidad espiritual y nos compenetra con nuestra realidad física, paradójicamente este mismo camino nos lleva a la destrucción física de nuestra realidad y nos acerca a una realidad completamente espiritual. Si la tierra deja de tener los recursos para sostener la vida como la conocemos simple y sencillamente, así como aparecimos físicamente, desapareceremos.
El afán por poseer el mundo físico sin importar las consecuencias es el camino difícil hacia nuestra realidad espiritual. Algunos de nosotros por diferentes circunstancias de vida, decidimos caminar el camino que la mayoría conoce como el menos transitado pero que realmente es el camino que une ambas realidades en un mismo plano, resaltando la belleza, plenitud de amor, compasión y tantas otras virtudes que existen para resaltar nuestra experiencia humana.
La pregunta ahora es ¿Cómo podemos conscientemente unir ambas realidades en este plano existencial? Primero que nada debes estar consciente que cada actividad o pensamiento tiene un toque de divinidad, es la creación misma en acción. Debes empezar por reconocer la divinidad en ti mismo y aceptar que Dios te ha delegado con todo lo que conlleva una posición de co-creador, en la cual puedes ver tu vida como una simple sucesión de acontecimientos azarosos, independientes, inconsecuentes y desconectados o puedes ver que todo tiene un propósito divino, que existe una conexión entre todas tus experiencias y el universo en su totalidad, puedes empezar a dar gracias y a mistificar hasta las experiencias mas pequeñas como lavar tus manos antes de comer, mojar tu rostro al levantarte, tomar un vaso de agua.
Cada detalle por más pequeño que parezca llena tu experiencia de vida, si comienzas a darle la importancia y el lugar que realmente les corresponde comenzaras a unificar tus realidades existenciales.