Por Isabel María Campillos Pérez.- Cuando arriesgas ganas.
Haciendo da la gana acabas con tu desgana.
Cuando esperas tolereras mientras desesperas.
Cuando te preocupas ocupas un rol de okupa de tu mente, obviando el momento presente.
Cuando inhalas tu elixir ahora, nada se demora.
Y es que todo está en este preciso instante.
Todo ya.
Antes nada,
Nada después.
Dejar de enzarzar y forzar para anestesiar tu malestar vital.
Empiezar a ser y a deshacer para poder comprender (te).
Utilizar el talismán interior como imán sublimador de toda reacción sin definición ni función.
Ahondar en tu corazón.
Permitir que el tiburón de tu emoción te devore si es necesario, pero sin expirar la misión en tu calendario.
Todo es tan sencillo como respetar los estribillos de tu propia canción, aceptando los biorritmos que te permiten ser tu mismo.
Desajustarse al guión de la película impuesta para dirigir tu original propuesta.
Orquestar, maquinar, fantasear, surfear y colorear.
La respuesta la tienes puesta desde el día en que naciste, aunque te parezca un chiste.
La pregunta puedes hacértela en cada uno de tus despistes.
Y si dudas pregúntale a la luna, exígele motivos para seguir vivo.
Confia en tu instinto animal, el mismo que despertar y superar cada reto abismal.
Se tu propio líder.
No hay persona, lugar, o cosa que pueda osar a desafiarte cuando con adornas con arte cada uno de tus contrastes.
No hay maniobra que pueda sacarte a flote cuando diriges tu propio enfoque:
El tuyo.
El original.
El verdadero y certero.
Querido guerrero… si algún día dudas de tu capacidad de actuación mírate al espejo:
Tu eres tu mayor don.