Por Luis Aparicio Hernández Sánchez.- Tu voz es caricia de fuego lento que enciende el sol.
Es ternura de canela que torna cálida y lozana la piel del día.
Es latido de corazón que como trino de majestuosa ave blanca, presagia felicidad.
Tu voz es semilla que germina en el presente y brota en el recuerdo.
Es el gigantesco árbol que sin anunciarse, inesperadamente, se arraiga en las tierras del alma y brinda frutos espirituales que retoñarán en la eternidad.
Al terminar el día, tu voz es canción que llena todo con luz de luna. Es lazo de seda que une enamorados e ilumina sus pensamientos y corazones.
Si tu voz se apaga: se apaga la luna y el sol.
Tu voz es suave guante de tersa manzana. Manzana que por la magia de tu espíritu se convierte en cometa.
Sí… Tu voz es un comenta que vuela por sistemas y galaxias mientras entona sublimes canciones y perfuma dimensiones con su aroma de dulce manzana vestida de amarillo.
Tu melodiosa voz es canción de Dios que sana y esculpe esperanzas. Tú voz es bendición del universo.